Tapas, buenos tragos, y un ambiente muy a la española. Y olé.
Este lugar es una apuesta de la cocina de fusión, con un empate de ingredientes españoles —en la base— y mexicanos —en las salsas y condimentos—. El resultado es una versión tropizalizada de las tapas españolas, algo como los montaditos de arrachera con queso. Aunque se trata de un lugar de tapas, hay un toque delicatessen en presentaciones más bastas; si bien los platillos se pueden picar , algunos como las gambas al abshinte o los espárragos al gratín —con un toque dulce de trocitos de almendra— bien valen la pena para usar cubiertos. Las gambas son un must del lugar; un plato que se huele a la distancia y se confirma con un toque ligero en el gusto. Si la idea es compartir, las papitas al ali oli son un clásico así como las croquetas de jaiba (muy frescas) y de jamón serrano. Para grupos grandes, hay samplers, equivalentes a un plato botanero, con varias tapas del menú. Otro gran atractivo del lugar es la coctelería, que por si sola vale una visita  al restaurante. Los hay dulces, afrutados, secos, con vodka, whis, tequila; en fin, para aventar pa rriba.  No puede salir sin probarlos. Para no perderse entre la variedad, los propietarios y meseros siempre están al pendiente, pide que te reocmienden algo que vaya con tu paladar o humos, seguro encuentras un favorito. Hay que dejar espacio al helado de turrón, es único: hecho en casa, de consistencia cremosa pero todavía con trocitos del dulce de turrón. El servicio es eficaz aunque informal y relajado; los jueves y viernes por la noche es de muy buen ambiente para el precopeo. Un lugar para disfrutar, relajarse y siempre encontrar sorpresas.