Lo único que falta en Del Mar Polanco es el sonido de las olas y el silbato del ferry para sentirse en Mazatlán. Del mar es el segundo establecimiento de este consulado sinaloense que ofrece mariscos frescos en recetas tradicionales: aguachile de camarón picoso y acidito, cocteles (calientes como se estilan en Mazatlán), callos de hacha y, por supuesto, un surtido mixto de tostadas y salsas.

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El servicio es muy amable y eficiente, los ingredientes de calidad y bien preparados. Aquí todo es al aire libre, en una agradable terraza banquetera con vista al tráfico de Polanquito, para que tengas un poco de playa pero también de ciudad. Basta con ir una vez para querer vivir ahí. Las tostadas de atún sellado y el taco de pescado capeado son una delicia.

Todo perfecto para relajarse, aunque por supuesto, a la hora de la cuenta hay que pagar el sobreprecio de la capital que se nota sobre todo en los callos y en los camarones. En Mazatlán son casi regalados. Por fortuna, hay opciones para todos los bolsillos y siempre se puede acompañar de una cerveza bien fría.

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