Un agradable establecimiento que montaron los Jorge Anaya (padre e hijo), Jorge (hijo), pasó una larga temporada en Mónaco donde aprendió y refinó las técnicas europeas. A su regreso era de esperarse que un lugar con esta calidad de ingredientes y manufactura se abriera. Su concepto es simple. Comida fresca del mercado cocinada de la mejor manera. Aunque hay un menú, si ese día los ingredientes no tenían la mejor calidad o están fuera de temporada, no se cocina. La carta está escrita a mano en pizarrones y se indica el número de raciones disponibles, conforme se van tomando las órdenes, se van borrando hasta acabar con la existencia del día.

Casi dos años después de que abrió el original, en Guadalajara, inauguró el hermano chilango en Altavista y hoy, tres meses, ya se espera la apertura de una segunda sucursal en Polanco.

El nombre viene de un poema escrito por un amigo y socio de los Jorges llamado Iñigo y, describe a sus amores como la alcachofa. Muchas mujeres tendrán que deshojarla hasta llegar al corazón.

La carta de vino sin ser muy amplia es acertada y bien seleccionada. Imperdible es la costilla deshuesada con reducción de vino y verduras a la parrillla y, por supuesto las mitades de alcachofas a las brasas, perfectamente sazonadas con sal, hierbas y un delicioso toque de ajo.

La mejor zona es la de fumadores, el resto es ligeramente oscuro y frio.

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