Apuntalado con pagodas, sombrillas de papel y budas de plástico que te harán sentir en alguno de los mundialmente famosos “China Towns”.

Sin más preámbulo que su sazón, y pasando por alto es aspecto kitsch que tanto gusta a los orientales, China Girl ofrece, en un ambiente totalmente casual y relajado, las especialidades comunes de los restaurantes chinos. Por eso se ha ganado el gusto de familias de la zona y sus alrededores, quienes lo han adoptado como opción para comer o cenar.

Para abrir el apetito hay que empezar con la botana de la casa. Los tallarines fritos, que podríamos describir como churritos (frituras crujientes, nada grasosos), remojados en una salsa de mostaza picante (de un sabor parecido al wasabe), combinada con una salsa tipo catsup. La dualidad de sabores dulce-picante es muy sabrosa. Las costillas de cerdo (la orden es de cuatro), son pequeñas y, aunque presumen de estar marinadas en una salsa de especias orientales, son un refrito de las típicas costillitas BBQ. El camarón frito estilo chino, supuestamente gigante, es ahora sí un cuento chino. La orden es de seis, así que, si logras encontrarlos dentro del empanizado crunchy y grasosito que los protege, serás muy afortunado.

La sopa won ton (cerdo o camarón) es un caldito de verduras chinas poco condimentado con ravioles orientales (una especie de albóndigas flotantes) de un sabor sutil, con un toque de cebollín que rompe lo sencillo del sabor, proporcionándole un gusto… mmm, rico. Entre los especiales, el pollo agridulce, rebozado en harina, con frutas y verduras, de las cuales sólo distingues el naranja inconfundible de la zanahoria, y el toque incondicional del pimiento, enmarcado por una salsa melosa (poco empalagosa) que conjunta los sabores de la grasa con lo dulce, dándole un toque singular. Pero tienes que comerlo de inmediato, ya que corres el riesgo de que, al enfriarse, se ponga chicloso. El pollo cantonés es de un sabor sencillo. El apio aporta ese universal sabor que combina con todo, mientras que el tono dulce que proporciona la cebolla cocida se equilibra con el sabor penetrante del pimiento verde, que, en conjunto con el pollo, da un saborcito similar al de las fajitas, aunque en estilos diferentes.

El chop suey con cerdo es de consistencia espesa, con un mar de frijol germinado que le da ese sutil toque terroso, y que, combinado con el apio y el dulzor de la cebolla cocinada, logra resaltar el rico sabor del cerdo. No dejes de pedir el chaw fan mixto (arroz frito con camarón, pollo y cerdo), un clásico de esta cultura que hará que te entretengas al tratar de encontrar las proteínas, muy bien distribuidas, por no decir escasas. Tiene el toque fuerte que emana de la crudeza del cebollón y el tenue sabor del huevo frito, que amalgaman a la perfección con el aceite y la salsa de soya.

Ojo: pide el té de jazmín, de sabor sutil y ligero, para acompañar tu comida, ya que corre por cuenta de la casa y es una excelente opción para maridar este tipo de comida. Sin duda, tienes que ir y sentarte en una de sus mesas, de preferencia en la planta baja, no porque la alta sea desangelada, sino porque el servicio es más eficiente abajo. Si vas en domingo reserva, ya que corres el riesgo de perderte tan rica y singular experiencia.