Un lugar tranquilo, elegante y romántico donde cada centavo invertido vale la pena. ¡Bon apétit!

Antes que nada, no te confundas, arriba del banco Santander encontrarás lo que es bueno: el famoso y clásico Champs Elysées.

La gente que va sabe a lo que va. En su mayoría son adultos, viejas amigas y clientes frecuentes. La decoración es muy seria. Éste es uno de esos restaurantes en donde te da pena levantar la voz. Es perfecto para una ocasión muy especial en la que se busca un ambiente tranquilo, discreto y elegante. El servicio es impecable.

La carta de vinos es extensa y está compuesta en su mayoría por caldos franceses, por lo general muy caros, pues han puesto especial cuidado en la selección.

Es bueno pedir recomendaciones sobre los platillos, pues es tan perfecto el cuadro que uno no se quiere equivocar. Por ejemplo, para los que no son amantes de las anchoas, hay que tener cuidado con la ensalada de lechuga. Primero, porque las pobres hojas ya vienen muy apachurradas por el exceso de vinagreta (lo que la hace un poco pesada), la cual tiende hacia el sabor de las anchoas.

Pero todo error se perdona cuando llega la especialidad de la casa: confit de pato, una verdadera aventura. Hasta aquellos a los que no les gusta el pato cambiarían de parecer, ya que es simplemente exquisito. La carne se desmenuza sólo con verla. Cada pedazo está perfectamente cocido, doradito por fuera, pero jugoso por dentro, Se funde en la boca. Además viene acompañado de una salsa oscura a base de fondo de ave y algún tipo de alcohol que es difícil de descubrir, ligeramente dulce y ligeramente espesa, es decir reducida a la perfección. Viene acompañado de rodajas de papas decoradas con confeti de cilantro, saladas a la perfección, y cebollitas caramelizadas que también se deshacen fácilmente y que complementan con un toque más de dulzura al plato. Todo está hecho con gran cuidado.

En este gran restaurante también hay lugar para los que tienen a lo orgánico, pues hay un pichón de granja para chuparse los dedos. Igualmente está cocido a la perfección. La piel, que a muchos no les gusta, juega un papel importante, pues está infladita y al morderla al mismo tiempo que la carne se desjuga y humecta todavía más la carne. También está acompañado por una salsa oscura a base de fondo de pichón, e igualmente con algún licor que tiende a lo dulce. Como guarnición que le da gran sabor al plato, tocino, salchicha y papitas hervidas. ¿Ya ven? con estos platos ni quien se acuerde de la ensalada.

Los postres uno los espera con gran impaciencia desde el principio, pues lo franceses tienen la reputación de ser los mejores. Hay una gran variedad, pues están los de siempre y los de la temporada. Un clásico indiscutible es la crème brûlée. Hay que seguir el ritual típico de romper la capa de azúcar caramelizado con la cuchara (a la Amélie Poulin) para encontrarse con la textura perfecta: cremosa y muy ligera con puntitos negros auténticos de la vainilla.

Si buscas un lugar tranquilo, elegante y romántico en donde se pueda platicar, y además estás dispuesto a gastar siempre y cuando cada centavo valga la pena, no hay mucho que pensar: el Champs Elysées es tu opción.

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