Por: Patricio Saez

Pareciera que en nuestra ciudad hay más restaurantes argentinos que habitantes. ¿Vale la pena salir de casa y transportarse entre el tráfico para conocer una opción más?

La verdad es que sì. En una arquitectura típica de Polanco, una entrada amplia y un ventanal con una frase de Borges nos dan la bienvenida al lugar. La decoración del es rústica y existe un excelente equilibrio entre iluminación y oscuridad. Esta composición crea una atmósfera cálida, cómoda y de intimidad. Lo único que resalta son las pantallas que transmiten partidos de fútbol, pero el volumen ha sido modulado privilegiando la plática sobre el partido.

Superficialmente la carta ofrece lo típicos platillos argentinos: empanadas, cortes y vinos. Pero si ponemos más atención al detalle podemos encontrar opciones interesantes como las empanadas abiertas de portobello ó la milanesa a los cuatro quesos.

Lo sorprendente del Ch! es que sabe que su mayor fuerte lo tiene en lo más tradicional. La empanada de choclo (Elote) tiene el balance perfecto entre lo crujiente y lo suave. El chorizo argentino adquiere una cubierta dorada que permite saborear la esencia de la leña. Y el bife de chorizo podría partirse con los dedos, permitiéndonos saborear la textura rugosa del exterior con el jugo que brota al morder.

No es extraño que los argentinos sean criticados por su exceso de autoestima en el fútbol, la literatura y la comida. El Ch! es un hecho contundente que aunque no estemos de acuerdo, en algunos casos tienen la razón.