En la Torre Mayor hay todo un micro mundo y Yushan es parte de él. Un elevador te conduce al restaurante o al bar. Al entrar al restaurante, lo primero que ves es una pecera en forma fálica; la decoración es contemporánea, elegante y vanguardista, lejos de adornos o brillos excesivos chinos. Se siente la seductora luz roja, ideogramas acomodados estéticamente como un cuadro en la pared, los cojines, sillones y las cortinas de tul guardan sobriedad; en un extremo un jarrón de dimensiones más que humanas.

Para empezar a picar puedes elegir el salpicón de pato que descansa sobre lechugas y cuyo jugo se mezcla con la dulzura de los chícharos de lata, la acidez del elotito en vinagre y un queso insípido; además, el aderezo de orégano le da un fuerte sabor a hierbas. Las tortillas de harina son un buen acompañante, igual que el chile de árbol que provoca algunas lágrimas.

Como plato fuerte puedes pedir la especialidad Yushan: huachinango Qing, un crujiente y enorme pescado cuyo sabor se pierde un poco entre la picantísima salsa agridulce que lo bañaba; además, es evidente el intenso gusto a especies chinas.

Aunque los trozos de pescado son vastos, te quedarás con ganas de algo dulce. Pide las crepas Yushan rellenas de helado; tienen un gusto a jarabe para la tos que imita al de la zarzamora, en cambio, el té verde marroquí tiene un predominante sabor a hierbas y menta y un olor que se percibe a leguas.
Yushan está en uno de los edificios más cotizados, cuenta con variedad de platillos, buen servicio y una decoración que incita a pensamientos lujuriosos.