Su propietario, don Rogelio Rodríguez, hombre culto y de agradable plática, nos recuerda que “pibil”, en maya, significa bajo tierra. Su cochinita está cocida como ya casi no se ve en la ciudad: bajo tierra, simulando el proceso tradicional. Tiene 20 años de antigüedad. Sólo quítate el prejuicio: está junto a una base de peseros. Un must para todo gourmet underground.