Comida italiana con rico sabor casero y un ambiente a veces demasiado tranquilo. Es ideal para ver un partido de futbol mientras disfrutas de un buen vino.

Nacido hace más treinta años, este restaurante italiano fue adquirido por Rocco en 1986. Desde entonces se ha preocupado por que la comida que ofrece sea del gusto de todos, tanto así que si hay algo que no está en la carta lo puedes pedir y con gusto te lo hacen.

Desde que entras a su establecimiento, este señor, originario de la capital de Italia, te saluda como si te conociera de años atrás. Su amabilidad y la de sus meseros, sumada a la cocina italiana-internacional –como él la llama–, ha logrado que sus clientes sean fieles y vayan regularmente. Los más asiduos son conocidos técnicos del futbol mexicano, así que, si eres pambolero tal vez tengas la suerte de encontrarte a alguno de tus ídolos (y si no, al menos es seguro que encontrarás las paredes repletas de afiches de futbol mexicano).

La carta se compone de platillos típicos del país de la bota, como mariscos, pastas arroz y pescados. Las entradas, principalmente hechas con frutos del mar, no te las puedes perder, la que escojas será muy buena opción. Si de plano estás demasiado indeciso el mesero te traerá una charola para que las veas… y la confusión será aún mayor.

El abulón rasurado es realmente mágico. Tiene una consistencia firme, pero que se deshace en la boca. El primer bocado te sabrá más a hierbas italianas y a cebolla; en el segundo descubrirás el ajo; y al terminar, el aceite de oliva te orillará a comer los restos a cucharadas.

El risotto certosina tiene la consistencia perfecta y la combinación ideal de chícharos, camarones y una delicada salsa de jitomate; si te gusta el arroz no dejes de probarlo.

Una de las especialidades es el filete de robalo Rocco, con alcachofas y una salsa de mantequilla al limón que deja al descubierto las bondades de este pescado y la perfecta combinación con esta verdura (lo mejor es que no tienes que mordisquearla, ya que es el corazón). La guarnición, que son las típicas verduras al vapor (generalmente demasiado cocidas) y puré de papá, se podría omitir.

Lo que el propio dueño recomienda son los platillos clásicos de Italia, como el calzone, la berenjena parmesana y las pastas.

No pidas el palliard de filete siciliano, porque es más nombre que sabor: un filete aderezado con salsas Maggy e inglesa, acompañado de cebolla que cualquiera puede hacer en su casa.

El servicio es bueno si de amabilidad se trata, sin embargo, puede parecer lento, ya que todos los platillos se hacen al momento de ordenar, así que te recomendamos pedir un aperitivo o una entrada para que la espera sea también rica (también puedes caminar y ver fotos de Rocco con gente desconocida). Además de la variedad de platillos que ofrece el Amalfi, destaca el hecho de tener diferentes platillos cada día, además de su menú ejecutivo.

Es ideal para ir con quien tú quieras: amigos, familia o pareja. Si vas entre semana no te asustes si está vacío (aunque los fines tampoco es muy concurrido, además de no abrir los sábados); por lo mismo, si hay algún partido que te interese éste es muy buen lugar para ir a verlo.