El librero desgastado de un cuento inglés, teteras y tazas exhibidas como en la vitrina de una abuela, bien podría ser la casa de un coleccionista bohemio que ha viajado por el mundo. Aquí la experiencia del té es muy íntima, más cuando llega la noche y todo se ilumina con la tenue luz del candil. Apenas un par de sillas y sillones pequeños sirven de trono para las más de 80 infusiones.

Las mezclas se hacen en casa, inspiradas en vivencias personales, películas o hasta versículos bíblicos utilizando ingredientes de casi todos los continentes.

LO MEJOR. Si vas en la tarde, arma tu propio maridaje con sencha y un brownie cubierto de helado hecho de té limón. Heart freeze seguro. Para una sensación juguetona, experimenta con el Creamy Oolong, que resulta untuoso, casi como si tuviera leche.