No hay pierde: la casa amarilla con unos techos verdes que dice “Casa Bell” y llegaste a casa. Bueno, eso si tu casa tiene un patio central con árboles, un jardín grande y una cocina deliciosa.

Del grupo Bellinghausen, esta casa mezcla platillos mexicanos típicos y algunos germanos; por otro lado, el servicio refleja la calidez mexicana y el cuidado alemán. Eso sí, el menú está todo en español para no confundirnos al pedir un filete “Chemita”. (Nota: en alemán “chemita” significa: qué bien nos queda este filete, en serio, vuelve por él).

El Pato Bell es la entrada tradicional de la casa, si es tu primera vez pruébalo; si es tu cuarta vez y amas hasta su olor, repite y, si es tu décima, ve por otra.

Si vas por el filete, pero antes pasas por la ensalada, date una vuelta por la Bellinghausen o la de atún bonito, que más que bonito, está fresco y rico. Para los que quieren empezar con algo más calientito, les recomendamos la sopa de cebolla y después de disfrutar cómo se deshace en su boca, les recomendamos acordarse de que comieron cebolla antes de hablar muy cerquita. El pámpano y el salmón pueden quitarte ese sabor de la boca y dejarte otro más rico.

Cuando acabes relájate y deja que tu estómago haga lo suyo mientras tú haces tu especialidad favorita: disfrutar la sobremesa de una buena comida.