En un espacio reducido de un edificio de Polanco, la señora Gabriela Biringer imprimió algunas de sus historias de familia, la mayoría, ligadas a la cocina. Ella nació en México y pasó veranos enteros en Hungría, donde aprendió de su abuela y amigas las recetas de los postres y bocadillos que hoy ofrece en Café Budapest.

Al café se accede por la tienda de diseño Common People (que pertenece a Mónika Feldman, la hija de Gabriela). Hay que subir las escaleras para llegar a un pasillo que huele a pan recién horneado. Tras la puerta, está Gabriela con mandil, cortando y espolvoreando rebanadas de strudel de manzana, la estrella de la casa.

En cada rincón al que voltees hay algún detalle coqueto: juegos de tazas para café y té, un violín, espacios de madera aparentemente desgastada y una mini terracita (en la que caben como seis personas) con vista al Parque Lincoln. Gabriela y Mónika reunieron varios de los objetos de la decoración, algunos personales, así que no exageran cuando dicen que el lugar es para sentirse como en su casa.

El menú es, literalmente, pura azúcar: hay roscas de chocolate (isler), galletas de almendra (keks), el famoso sacher (pastel de chocolate) y algunos snacks salados como el quiche de cebolla y los pretzels preparados con granos gruesos de sal. Aunque la bebida indicada para pasar una tarde melancólica en este lugar es el café, Gabriela vende vodka y vinos húngaros al copeo, entre ellos, el famoso Tokaj.