En una casa típica de Polanco, apenas se nota que dentro existe un modesto bistro. Tras un breve pasillo con piso dominó, está la sala con unas cuantas mesas. El nivel superior puede recibir a grupos más grandes pero lo que se antoja, es la planta baja de ambiente acogedor.

Con gran agilidad un sólo mesero atiende las comandas de las cinco mesas, de la cocina escapan los aromas de la clásica cocina francesa y algunos toques vascos. El chef continuamente se da sus vueltas, detalle que puede hacer grandioso a un restaurante.

Aunque hay nuevas sugerencias todo el tiempo, algunos básicos de la carta son la referencia. El filete a la pimienta rematado con fideo chino está cocinado a la perfección, el sabor delata la buena calidad de los ingredientes. La salsa, es una prueba de resistencia para los amantes de la pimienta, algunas vienen enteras y son tan picantes como un chile.

Al otro lado del espectro gustativo, está la lasagna de verduras que no se deja ningunear por ningún filete. El sabor es elegante pero bien marcado.

La ensalada de endivias con manzana y nuez, viene con un toquecito cítrico muy bien aprovechado. Los gajos de toronja terminan por integrar el conjunto de sabores entre dulce, amargo y cítrico. De regalo, texturas impecablemente crujientes.

Bistro 235 puede no gozar de fama pero tiene muy buena sazón para presumir.

Aunque la carta de vinos es modesta, tienen una buena selección por copa que se complementan con excelentes explicaciones del mesero de chaleco y corbatín, un verdadero guía que no sólo un sirve platos a toda velocidad.