A continuación, vamos a decir lo que probablemente ya sabes, y el elemento clave que distingue a este restaurante de cualquier otro de cocina del mar: los peruanos son, nos guste o no, los reyes del ceviche. Y Gastón Acurio es su patriarca. Aquí se viene a eso: a pedir una degustación de sus distintas variedades bañadas con leche de tigre y de una frescura inigualable; todo en finísimas presentaciones.

Aquí hay que salir contento o quejarse. Para seguir con las especialidades del mar es muy recomendable pedir el lomo de huachinango, un platillo con un toque oriental de salsa de soya, aceite de ajonjolí y jengibre, o unos camarones bruja salteados al wok con ají (que, aunque quisieras, no pican).

El ambiente corresponde por completo al concepto: servicio esmerado de un restaurante elegante, con excelentes opciones en la cava de vino. Lo que sí te podemos anticipar es que difícilmente verás a Gastón Acurio por las mesas, pues su esfuerzo está concentrado en su laboratorio gastronómico en Perú. La chef Yerika Jiménez es su relevo en México.

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