Aunque parezca mentira, en esta ciudad de tantos millones de habitantes sólo se puede encontrar unos cuántos restaurantes especializados en cocina griega. Lo bueno es que el Agapi Mu es uno de ellos.

Con vista al agradable camellón de Alfonso Reyes, una ambientación en blancos como los pueblos de las islas griegas y con un buen surtido de platillos. Los cuales van desde enormes y muy carnosas aceitunas negras en aceite de oliva, jocoque y ensaladas a base de pepino, jitomate, lechuga y quesos feta y de cabra. Hasta especialidades más pesadas, como la muzaka, que es pasta de papa con berenjena, bañada en salsa bechamel, que aunque es deliciosa, uno no puede dejar de pensar en que está ingiriendo bastantes más calorías que en una torta de tamal.

También se puede pedir el sublaki: pan pita con carne de carnero o res envuelto como taco, aderezado con jocoque, orégano y aceite de oliva. El café griego es muy recomendable, de sabor muy fuerte e intenso y se puede acompañar con un postre como el baklavá, pastel de nuez y hoja de filo.

En Agapi Mu todo empieza cuando suena la música griega y los meseros estrellen platos en el suelo a los pies de los comensales, bailan y cantan.

Todo un clásico de esta zona. El lugar se presta para un rato entre bohemio y eufórico, ambientado por el ouzo que, aun cuando este licor no figura en el menú, hay que ordenar en cada visita.

El fin de semana baila música típica y rompe platos (ahí los puedes comprar) y grita ¡Opa! Además de divertido el ambiente en el lugar se vuelve festivo y muy alegre. ¡Baila!