Se burlaban de nosotros. Nos ridiculizaban. Nos agarraban de sus puerquitos cuando osábamos pedir que a nuestras quesadillas de tinga les pusieran queso. Pero, ¿qué creen?: la RAE, la máxima institución en cuanto a idioma español se refiere, reconoce que las quesadillas, ese alimento dobladito y delicioso —sin albur— que hace la delicia de chicos y grandes, pueden o no llevar queso.

La discusión sobre si las quesadillas llevan queso de forma obligatoria siempre se pone caliente. Se antoja más fácil encontrar una solución al conflicto Israel – Palestina a que chilangos y foráneos se pongan de acuerdo sobre este tema. Amistades valiosas se han perdido y los “pinshichilango” y los “chepueblerino” no se hacen esperar cuando se aborda el tema.

Hoy, señores, los chilangos ganamos una pequeña batalla en el campo de la lingüística, pero una gran batalla para el orgullo local. Consultado el diccionario de la RAE y buscando el término “quesadilla”, encontramos lo siguiente:

quesadilla.

1. f. Cierto género de pastel, compuesto de queso y masa.

2. f. Cierta especie de dulce, hecho a modo de pastelillo, relleno de almíbar, conserva u otro manjar.

3. f. Méx. Tortilla de maíz rellena de queso u otros ingredientes que se come caliente.

Por supuesto, el término que nos atañe es el tercero, marcado claramente como el uso que se le da a esta palabra en México. Y la definición es clarísima: el relleno de la quesadilla puede o no ser queso. La clave está en “u otros ingredientes”. Así, pedir una quesadilla de chicharrón prensado o de huitlacoche es perfectamente válido, aunque los provincianos se ofendan muchísimo cuando nos escuchen pedir esas cosas que a sus oídos son aberraciones.

Por cierto, aunque se enojen y les suene peyorativo, aquellos que no viven en nuestra ciudad son provincianos, no es afán de mamonear.

Provinciano, según la RAE:

provinciano, na.

  1. 1.    adj. Habitante de una provincia, en contraposición al de la capital. U. t. c. s.

Algunos se prenden y sostienen que el término está utilizado incorrectamente, pues México se divide en estados o entidades federativas y no en provincias, como España. Sin embargo, acudiendo nuevamente a la RAE, una provincia es:

1. f. Cada una de las grandes divisiones de un territorio o Estado, sujeta por lo común a una autoridad administrativa.

O sea que no se ofendan ni se pongan punks cuando les digan provincianos, amigos “del interior”.

Ahora bien, regresemos a lo que nos truje:

Muy a pesar de que la RAE es la máxima institución en cuanto a lengua española se refiere, hay quienes se niegan a aceptar que sus definiciones sean universales. ¿Por qué? Porque pone especial atención al castellano que se habla y escribe en España, teniendo poco conocimiento del español que se habla fuera de Europa, especialmente el latinoamericano.

«La RAE no debería tener la última palabra en esto, estamos en México, no en España», dicen sus detractores. «Cuando una institución mexicana dé una definición local de quesadilla, entonces hablen». ¿Pues qué creen? La Academia Mexicana de la Lengua también ya se pronunció al respecto. Su diccionario dice lo siguiente:

Quesadilla:

Tortilla de maíz doblada por la mitad y rellena de queso o cualquier otro alimento, frita o cocida en comal.

Y agrega el siguiente ejemplo:

Me prepara una quesadilla de papa, una de pollo y dos de quesillo.

La definición de quesadilla de la AML es más rica que la de la RAE, pues toma en cuenta las deliciosas quesadillas al comal —chomp chomp—. Sin embargo coincide con la RAE en que puede llevar queso o cualquier otro alimento.

Como no quisimos quedarnos con la duda, consultamos directamente a la Academia Mexicana acerca de si decir “quesadilla con queso” era pleonasmo —algo así como decir “subir para arriba” o “entrar para adentro”— la AML contestó:

«La expresión quesadilla de queso puede resultar pleonástica para algunos habitantes de provincia, donde una quesadilla tradicionalmente sólo está rellena de queso. Sin embargo, en otros lugares, como en la Ciudad de México, no es un pleonasmo, ya que una quesadilla puede estar rellena de otro ingrediente además de queso e, incluso, sin éste; por ejemplo: “¿Me da una quesadilla de tinga sin queso?».

La cosa queda así: en provincia es correcto asumir que las quesadillas deben llevar queso, mientras que en la capital estas delicias pueden no necesariamente llevarlos. Es una simple cuestión geográfica y todo mundo tiene razón mientras permanezca en sus tierras. O sea que el local siempre es el que gana. A la tierra que fueres, haz lo que vieres.

Otros casos…

No es el único caso en el una palabra tiene un significado distinto dependiendo de la geografía. Vamos a otro ejemplo culinario. Una torta aquí es un delicioso alimento que se obtiene partiendo una telera o bolillo y llenándolo de deliciosas cochinadas (por cierto, aunque se infarten, las tortas cubanas ¡no se inventaron en Cuba!), pero en Argentina una torta es un pastel. Por eso en el sur de América, escuchar al Chavo del Ocho decir que quiere una torta de jamón les parece una cosa asquerosa.

Lo mismo pasa con la palabra tortilla: aquí en México nos imaginamos un delicioso disco de maíz indispensable para acompañar nuestras comidas, mientras que en España una tortilla es una “fritada (¿?) de huevo batida, en forma redonda o alargada”.

¿Quién tiene la razón, nosotros o los argentinos sobre las tortas? ¿Quién está equivocado en el uso de la palabra tortilla? Nadie. Todos, a nuestra manera, estamos en lo correcto. ¿Por qué? Porque el significado de una palabra está determinado por su uso. Y si en una determinada región el uso de una palabra está muy extendido, eso presionará a que las instituciones reconozcan ese uso como correcto, aunque entre en contradicción con lo que la misma palabra signifique en otros lados.

Así, a un provinciano que llegue a México le chocará tener que pedir sus quesadillas  con queso y se pondrá verde de coraje cuando Doña Pelos le pregunte de qué va a querer sus quesadillas. Sin embargo, aquí las quesadillas se comen con o sin queso y las academias local e internacional nos defienden. Según ellas, los chilangos estamos en lo correcto.

Ahora que si vamos a otros estados y pedimos una quesadilla de queso, sepamos que nos arriesgamos al bullying de los locales. Y con toda lógica. Para ellos una quesadilla debe llevar queso pues eso es lo que se estila en sus tierras. El consejo es que impriman este artículo y lo lleven siempre consigo cuando alguien les diga que están equivocados. Ahora que siempre podemos hacer equipo y optar por echarle carrilla a los argentinos que piden una torta para acompañar su cafecito en el restaurante.

¿Tú qué opinas? Se vale pegar este artículo en los muros de sus compas provincianos, pa’ que se eduquen. Nocierto, todos somos hermanitos y hay que querernos mucho (ajá).