Mariana: Estos son nuestro capricho de la oficina (porque lo venden en
la maquinitia distribuidora de munchies en la oficina pero francamente
no los he visto en otra parte). Si se los topan un día, no lo duden ni
tantito, llévense una (o cinco) bolsas pa’ probar.
Para mi son todo lo
que un dulce para niños debe ser: tienen consistecia agradable
(gelatinosa, plasticosa, en forma de florecita) y un sabor acidito y
picosín. Además, la instrucción de la envoltura es clara: mánchate los
dedos con un poco de chamoy y se feliz.

Steven:
Para mí, estos
fueron los ganadores.
Y, como saben, acá soy el new kid on the block,
así que no es que esté totalmente asimilado al culto que los de la
oficina le han hecho al Mancha-T. Esta fue la primera vez que los probé,
y me convencieron completamente. ¡Gomitas (las panditas eran mi golosina predilecta
de niño) con chamoy! Ehh… ¿por qué no se me había ocurrido probarlos antes?
Además, eran los más enchilosos de todos los dulces que probamos. Ave,
Mancha-T. Me uno a tu culto.