En cuanto llegó la tercera ola del café, la apertura de cafés de especialidad no se hizo esperar. Zonas como la Roma y Condesa se llenaron de pequeños templos cafeteros, pero una buena taza de café no se limita a esas colonias. En el resto de la ciudad existen muy buenas alternativas y aquí te enumeramos nuestros favoritos.

1 .- Cortaditto café

Café Cortaditto

Foto: Café Cortaditto

Granos mexicanos y métodos de extracción cuidados dan como resultado una buena taza de café. Si a eso le sumamos opciones dulces, saladas y un servicio amigable tendremos la fórmula de Cortaditto Café. Un lugar que desde que abrió sus puertas fue muy bien recibido por los cafeteros de la zona.

Boston 33, Noche Buena, 55989931, lun-vie 8-20 h, sáb 10-18 h.

2 .- Alma Negra 

Alma Negra

Foto: Chilango / Alexia Zúñiga

Si piensas que el café es un líquido que te constituye como ser humano, entonces debes conocer Alma Negra. Desde el día uno han mostrado un respeto casi religioso por el grano y un sorbo basta para comprobarlo. Inspirado en San Francisco, intenta el Gibraltar, una deliciosa combinación de tres partes de leche por dos de espresso.

3 .- Café Budapest 

Café Budapest

Foto: Chilango

Sacado como de una película de Wes Anderson, este local ubicado en una vieja casona de Polanco te transportará fuera de la ciudad. No esperes un listado grande de métodos de extracción. Aquí se concentran en preparar una buena taza de café, aunque el espresso siempre será garantía. Y antes de irte, explora las piezas de diseño que rodean el local, tal vez salgas con algo único.

4 .- El Ilusionista

Café El Ilusionista

Foto: Café El Ilusionista

En una zona donde aparentemente no hay buenas propuestas de café, aparece El Ilusionista. Un lugar espacioso lleno de mesas de madera y baristas que pesan cada uno de los granos molidos que se usan por taza. Si quieres algo mágico, ordena la pócima. Un espresso con un toque de guayaba que no encontrarás en otro lado de la ciudad.

5 .- Café Passmar

Café Passmar

Fot: Café Passmar

Hay veces que quieres beber una buena taza de café sin tanto adorno y en Café Passmar puedes hacerlo. El espacio se ubica dentro de un mercado de Lázaro Cárdenas y llevan moliendo granos desde 1995. Su baristas han sido premiados a nivel nacional, así que sabrás que lo que pidas es garantía.

6 .- Camino a Comala

Camino a Comala

Foto: Chilango / Raquel del Castillo

¿Qué pasa cuando dos amantes del café deciden dejar la vida godín? Surge Camino a Comala, un pequeño espacio que perfumó a la San Rafael con granos de café de diferentes partes de México. Prueba su Rulfo Tonic (cold brew con agua tónica y menta) o el affogato (helado de vainilla y espresso).

7 .- Drip Specialty Coffee

Drip Specialty Coffee

Foto: Chilango / Andrea Tejeda y Sofía Garfias

Esta es una de las cafeterías más pequeñas de la ciudad, pero su tamaño lo compensa con una gran taza de café. Como dice su nombre, se especializan en métodos de extracción por goteo. La ausencia de mesas obliga a pedir tu café para llevar, pero en una ciudad donde vivimos tan a prisa, la dinámica funciona.

8 .- Borola

Café Borola

Foto: Café Borola

Amor por el café y comercio justo son los dos ejes bajo los que se llenan las tazas de Borola. Aquí puedes recorrer México en un sorbo, pues cuentan con granos de todos los Estados productores del país. Pide tu café para llevar y pasea por las empedradas calles de San Ángel.

9 .- Guapo Café

Guapo Café

Foto: Guapo Café

La osadía del nombre es afortunada, pues cada taza que se prepara en sus pequeñas paredes atrae a los sentidos. Este café de la Nápoles es un respiro para los líquidos solubles que acostumbra el oficinista. Tienen diversos métodos de extracción para disfrutar, pero si andas con ánimo de experimentar, hazlo con un latte mazapán.

10 .- Café Avellaneda

Café Avellaneda

Foto: Café Avellaneda

Además de la Casa Azul y la fuente de Coyotes, este café se ha convertido en emblema de Coyoacán. Por sus paredes azules han pasado cientos de cafeteros de corazón tanto chilangos como extranjeros. El entorno es perfecto para abrir un libro y disfrutar sus letras con una humeante taza.