Una de las pruebas de fuego para autenticar el paso de un alumno contemporáneo por el campus de CU, de la UNAM, debería ser preguntarle si alguna vez pisó el Cenote Azul. Este lugar (que es como una Sala de los Menesteres de Harry Potter) ha sido testigo de absolutamente todo.

Lo mismo que trabajadores de la Universidad, de las mejores y peores borracheras y amores (llevados hasta las últimas instancias) de muchos “Pumas” matriculados, así como de las visitas reincidentes de vecinos de Coyoacán y fans de otras latitudes de la ciudad, que no tienen inconveniente con perderse una y otra vez (no es exageración: está verdaderamente escondido), con tal de llegar hasta sus azules puertas.

El Cenote Azul

Foto: El Cenote Azul

Aquí la defensa de nuestra tesis inspirada en el mago inglés: el Cenote (para los cuates) es hostal, restaurante, bar y, cuando la ocasión lo amerita, hasta salón de baile o cafetería para estudiar tranquilo y a gusto. Aún no sabemos cómo lo hacen, pero lo logran. Y muy bien.

Las habitaciones en renta no son lo que te encontrarías en un hotel boutique de la Condesa, pero sirven para lo que te las cobran: dormir en un lugar limpio, seguro, y con fiesta a elección.

Habitaciones El Cenote Azul

Foto: El Cenote Azul

La comida es buena. En el desayuno sobresalen sus enchiladas y enfrijoladas; en la comida hemos probado buenas sopas aztecas y chapatas y, más en la noche, podemos asegurarte que hay más líquidos, que te hacen caer en la maldición gitana (eso de beber toda la semana).

Por obvias razones, también venden palomitas, guacamole con totopos y todas esas cosas que uno come, con tal de engañar al estómago y hacer espacio para una cervecita más.

Molletes El Cenote Azul

Foto: El Cenote Azul

Nos han tocado días en que la música es tan cool, y la gente viene con tan buena actitud, que los pasillos entre las mesas son la pista de baile sobre la que siempre has soñado tus mejores pasos. Normalmente ponen mucho reggae, pero hay honrosas y muy madrugadoras excepciones hasta con cumbia y reguetón.

Desde el otro lado de la moneda, también podemos decirte que también puedes hacer planes pacíficos en este sitio. Algo que lo caracteriza son sus segundos pisos “flotantes”, donde hay mesas bajitas, almohadones suavecitos y todo el wifi y la música relajante que necesites, para teclear por horas.

Si aún no lo conoces, lánzate a hacerlo. Si ya está entre tu lista de favoritos, abre un espacio en tu agenda y date una vuelta para recordar por qué la gente de la UNAM lo lleva tatuado en el corazón.

¿Dónde?