Bistrot Mosaico

Este pequeño local vende especialidades francesas para el desayuno, comida y cena. Además cuenta con un rinconcito panadero del que puedes llevarte croissants y chocolatines recién horneados para acompañarlos con chocolate caliente o un muy buen cafecito. Checa sus eventos en su página ya que no es raro que saquen un “Producto del mes” (febrero, por ejemplo, fue el mes de la crepa).

Miguel: Su ubicación adyacente a la Alianza Francesa parecía un buen augurio, hasta que lo probamos. El sabor del chocolate no resultó ni dulce ni amargo, en realidad tenía un tono ácido que sacaba de onda. El pan no tenía mucho sabor y estaba vacío en el interior, algo así como una decepcionante bolsa de papas fritas. Eso sí, de pinta eran los más dorados y voluminosos.

Mariana: Esa sorpresa de chocolate que esperas cuándo muerdes un chocolatín no llegó en este caso (el chocolate era una delgadísima línea entre el esponjoso pan). Son lindos en apariencia pero tristes en sabor.

Paloma: No estaría de más que pusieran más chocolate. El pan es muy seco yse desbarata al partirlo (las migajas salen por doquier). Prometían mucho al ver su buen tamaño y la bonita forma del pan. Decepción total.

Mónica: A primera vista parece que serán campeones invencibles, con su hojaldrito que presume un bien hecho espiral en los laterales. A segunda vista se les nota lo gorditos, que promete chocolate desbordante. A la primera mordida, la ilusión se acaba. El pan está seco y el chocolate tiene una calidad no tan buena, algo que sorprende de un lugar que goza de cierta alcurnia restaurantera. Quizá otros panes les queden bien, pero el chocolatín es una trampa visual en la que es mejor no caer.

El Globo

Aunque ya es una cadena de panaderías muy reconocida, ha bajado mucho su reputación en cuanto a calidad. A veces los precios son muy elevados para lo que valen en realidad. Sin embargo, en cuanto a chocolatines fue un digno contrincante.

Miguel: Una alternativa segura y el resultado igual. Aunque era el más plano de los panes y estaba un poco seco, el sabor dulce del chocolate acabó salvándolo. Que si bien no se lleva las palmas, sí cumple con su misión panosa de satisfacer el antojo.

Mariana: Aunque era el contendiente que a todos nos hizo dudar, el sabor a mantequilla (a mucha mantequilla) le dio unos puntos extra. No es la opción más rica pero sí la más segura porque todos tenemos una sucursal a la vuelta de la esquina.

Paloma: El sabor no es nada del otro mundo. Tiene una considerable porción de chocolate no muy amargo. Es más pequeño en relación con los otros chocolatines pero no te dejará insatisfecho si te comes uno completo.

Mónica: Podemos quejarnos durante meses enteros de esta panadería porque los pasteles “ya no saben como antes”, “cuando era chiquito estaba bien rico y ya no”, o porque tu mamá dice que “ahora está bien caro”. Como sea, no podemos negar que es un lugar cumplidor y que (chan-chan-chaaán) su chocolatín es muy bueno. El pan es suave, el relleno es suficiente (gracias por no escatimar en eso, Slim) y el chocolate tiene buen sabor. Además no es muy grande, así que puedes comerte dos. Sí, así sin bronca.

La Balance

La sucursal de la Roma de esta panadería/cafetería (de la que obtuvimos el chocolatín) pasó por una reciente remodelación. El lugar tiene más espacio y en las paredes hay dibujitos de su proceso panadero. Si no los visitas por el pan dulce, tienen sándwiches y cafés para el almuerzo.

Miguel: Este panecillo salió perdiendo. Fue insípido, un poquito grasoso y el pan engañoso: toda su redondez y esponjosidad acabaron decepcionando a la hora de morderlo por su consistencia masuda y su carencia de sabor.

Mariana: El chocolate fue un gran ausente al interior de este pan. Y, tratándose de una disputa entre chocolatines, creo que es motivo de sobra para descalificarlo por default.

Mónica: Uno lee un nombre francés en una panadería y piensa: “seguro aquí les salen bien los panes típicos de Francia”, pero pues no. Por prejuiciosos descubrimos que ahí hacen un pain au chocolat sin chocolat. El pan no está rico y además ponen una extraña miel en el lomito del chocolatín que no aporta ningún sabor, y te deja pegajosos los dedos. Très mal!

Pan Verde

Esa delgada línea que divide la Roma Norte con la Sur lo dice todo: de un lado están los locales carismáticos, con súper diseño y valet parking y del otro (del Sur, por supuesto, como todo lo austero), los lugarcitos quietos, ancestrales o —si son nuevos— apenas notorios. Así es Pan Verde. Panadería realmente minúscula, pero que llena la calle con su aroma de delicias recién horneadas. Las recetas se sienten hogareñas y artesanales: hogazas de pan como las que comían Remi y Heidi, baguettes que nutren a la comunidad francesa que vive en las calles aledañas y un chocolatín franco-mexicano que vale la pena probar (y que alegra la mañana por sólo $15).
Coahulia casi esquina Tonalá, Roma.

Miguel: Ganador unánime. El chocolate es amargo, en el muy buen sentido, y además se agradece la generosa cantidad que se le añade. El pan, un poco tropicalizado a la mexicana, resulta esponjosito y satisfactorio de principio a fin.

Mariana: Lo único que le faltó a este chocolatín fue el olor de pan recién salido del horno. Un aplauso para Pan Verde.

Paloma: Fueron –sin duda– los mejores. El pan es crocante y de un color tostadito (que te invita a darles una mordidita). La porción del chocolate es muy generosa y hace un excelente contraste con el toque un tanto amargo. Son grandes y esponjosos.

Mónica: Pan suavecito, quizá no con el hojaldre que exige la tradición pero definitivamente bueno; gordito porque —oh, sorpresa— tiene mucho chocolate. Eligieron bien el material para rellenar, ya que usan un chocolatito menos dulce que amargo. Perfecto rompe-dietas matutino (para la tarde, a menos que tengas mucha suerte, ya no encontrarás ni uno). Se puede comer en frío, al fin y al cabo su cualidad de recién horneado le da un plus, pero se recomienda calentarlo unos 15 segundos al microondas o en un hornito… entonces habrás vivido.