Haber estudiado en CU significa mucho más que haber pasado por sus aulas: es una experiencia completa que incluye haber tomado una siestecita en Las Islas, haber visitado a los amigos a sus respectivas facultades y, por supuesto, haber comido en los lugares clásicos, aquellos que se ganaron un lugar irremplazable en el corazón de la comunidad universitaria.

Uno de estos lugares consentidísimos es sin duda los Chabelambres, que se llaman así porque Chabe, su propietaria, se encuentra al pie del cañón poniéndole su sazón desde hace nada menos que 26 años. Acompañada de su mandil y de su carácter dicharachero y abierto, prepara los alambres más famosos del Paseo de Las Facultades.

Apenas llego y echo un ojo a la carta: hay alambres completos, medios alambres, megatacos, y flautas. Y aunque los megatacos me hicieron ojitos, terminé cayendo en la tentación de pedirme medio alambre, que la verdad se siente como uno completo y es más que suficiente para quedar satisfecho.

“El alambre completo ya es para compartir. Bueno, que te diré que hay chicos que se comen hasta dos alambres completos y para rematar me piden otro taco”, me confiesa entre risas Chabe, quien ni un momento pierde de vista la carne que se está cociendo en la parrilla. Sobre quién conforma su clientela, me dice: “viene de todo, desde los alumnos de las facultades hasta egresados, también los trabajadores y hasta los vecinos”.

Y no tarda en aparecer el cliente de años para contarme su experiencia: “yo conozco a Chabe desde hace un montón, casi casi desde que estaba de brazos. Me llamo Herminio Guzmán y soy cirujano dentista de aquí de la Facultad de Odontología. Hoy ya soy académico, soy de la generación 87-90, y desde entonces vengo a comer aquí. La verdad este lugar no tiene comparación”, me dice, mientras le hinca el diente a su taco.

Sobre el secreto de su permanencia, pues 26 años no cualquiera los cumple, Chabe me dice: “qué buena pregunta… yo creo que es la atención. Busco que la gente se sienta en confianza, como si estuviera en su casa, y eso me lo agradecen con su preferencia”. Esta lealtad también tiene que ver con la manera en que ha mantenido sus precios: “yo sé que muchos de los que vienen son estudiantes. Yo prefiero ganarle dos o tres pesos a los alambres, pero que sigan viniendo”.

También ha vivido momentos críticos. “En los tiempos de la huelga del 99 casi nadie venía, a veces vendía 80 o 100 pesos al día. Luego venían los chavos y me decían ‘Chabe, no tenemos para pagarte, ¿te podemos dar luego?’, y yo les decía ‘órale pues’. Y mira, poco tiempo después, a raíz de que me mantuve, es que pude tener mi puesto, porque antes aquí pagaba renta. A veces hay que ayudar a los demás y con eso también vienen cosas buenas para uno”.

Por cierto, definitivamente no te puedes ir sin probar sus guarniciones de papas y nopalitos, que —tip de estudiante— pueden hacer rendir mucho más tu comida y además están deliciosos. Las tortillas son hechas a mano y están siempre calientitas, para que disfrutes de tu alambre con un sabor insuperablemente casero.

Si vienes seguramente Chabe, además de sacarte una sonrisa con su plática animada y alegre, lo hará también por su sazón inigualable, que es el secreto de su permanencia aquí en el Paseo de las Facultades.

Los Chabelambres de CU

Paseo de las Facultades, a la altura de Odontología y a espaldas de la Iglesia del CUC, Lun-vie 9 a 18 hrs., sáb 9 a 15 hrs.