Después del grito, la pozoliza y las flautas vienen siempre los días de regimen alimenticio. Nosotros como somos abogados de cualquier diablo no vamos a decirte: “Mira, comer sano implica ir al nutriólogo, comer balanceado, etcétra”. No te vamos a decir que te detengas (por nosotros que siga la fiesta), sólo te vamos a advertir de ciertas incoherencias alimenticias que existen por ahí.

¿Cuál es el sacrificio?

Samparte un potaje tan extrao e insípido que ni tu abuelita (en sus peores días de chantaje) te obligaría a tomar: seis cebollas, seis ramilletes de apio, tomate, una cabeza de repollo y, dizque pa darle saborcito,un toque de pimienta. Sí, sabe tan mal como se escribe.

¿Por qué no funciona?

Pues porque lo que comes es básicamente agua, lo que pierdes en siete días es basicamente agua, que recuperas en la primera esquina con taquitos de suadero. Además, puedes irle diciendo adiós a las vitaminas.

¿Cómo sería más fraudulenta?

Si alternaras las entrecomidas, con un huevo tibio.