En 1985, tras abandonar sus estudios,
Albert, un chico de quince años con poca experiencia en la cocina,
llega a El Bulli. A los dos años, ya habiendo pasado por todas la
partidas
de cocina, se encuentra trabajando en pastelería cuando se marcha
el pastelero principal—el resto, como dicen, es historia.

A
partir de 1997 deja de dedicarse exclusivamente a los postres y se
encarga,
junto con Ferran y Oriol Castro, de toda la oferta gastronómica del
restaurante. El año siguiente publicó su primer libro, Los postres
de El Bulli. No publicaría otro hasta escribir Natura,
publicado
en 2008. Para dedicarse a este proyecto (además del restaurante de
tapas que abrió en Barcelona en 2006) se retiró de El Bulli.