Aromas muy frutales como de cereza, ciruela negra, blackberry; pero lo más padre es que huele a fruit cake, literal. Por ahí un olor como a castañas glaseadas; muy padres aromas que rompen con lo normal en un vino de este tipo.

Ya en boca , el vino tiene sabores de sandia, fresa y algo de ciruela, que es a lo que uno esperaría que oliera. Tiene buena acidez que equilibra el alto contenido de azúcar y lo hace bastante refrescante. Al final deja un saborcito amargo bastante rico, como de cascarita de ciruela.

Lo pueden encontrar en La Castellana por más o menos $95.

Éste vino o cualquier White Zinfandel (L.A. Cetto, Kenwood y más) son excelentes opciones para conocer los vinos dulces sin acabar en la quiebra.