Mariana: ¡Un clásico! Este dulce es un viaje directo a la infancia.
Dulce de tamarindo en su mejor versión. Por la forma, por el sabor (que
al final es el mismo que el de los pulparindos), son una tradición
infantil que ha ido de generación en generación.
Steven: De los
productos que probamos hoy, este es el único que comía de niño. Y
aunque probarlo no me provocó revelaciones proustianas, ni tampoco me
supo tan rico como antes (quizá por eso de la gripe), sí se merece una
mención honorífica. Como dice Mariana, es un clásico. Esperemos que siga
por ahí muchas generaciones más.