Suena raro, pero así se dice: en el Zócalo encontraron el zócalo que le dio nombre. A la Plaza de la Constitución la llamamos así por una plataforma circular que sería la base de un Monumento a la Independencia que nunca se hizo.

Según la RAE, “zócalo” es un cuerpo inferior de un edificio u obra, que sirve para elevarlos basamentos a un mismo nivel.

Ahora que el Zócalo está en plena remodelación —la primera grande desde que Uruchurtu fue regente (1952-1966) —, con las excavaciones, encontraron al norte del asta bandera la plataforma de 1843, que mide ocho metros de diámetro, 28 centímetros de altura y rodeada por un patio circular de tres metros de ancho. Estaba a menos de 30 centímetros de profundidad.

Los arqueólogos del INAH, que hacen una supervisión arqueológica, aprovecharon la obra para bajar sólo 50 centímetros con respecto a la superficie, suficientes para hallar elementos históricos como éste.

El basamento, según detectaron, fue afectado por una excavación hecha a fines del siglo XX para introducir el asta bandera, de ahí que se encuentra seccionado, no obstante, es probable que la banqueta hubiera contado con accesos hacia los cuatro rumbos cardinales.

El arqueólogo Alejandro Meraz Moreno explicó que «la plataforma está construida con un núcleo de mampostería y paramento de bloques de basalto de diferentes dimensiones; el piso del patio consta de lajas, mientras que la banqueta está conformada por grandes bloques de basalto, riolita y andesita».

En 1983, durante los trabajos de salvamento arqueológico con motivo del proyecto de la Línea 8 del Metro —la cual pretendía cruzar la Plaza de Constitución—, el arqueólogo Fernando Miranda y un gran equipo de colaboradores registraron el basamento, pero éste no pudo ser explorado en su totalidad debido a la suspensión de los trabajos que se obtuvo gracias a la movilización ciudadana y del propio INAH.

También en ese año, Miranda reportó la cimentación y los límites del famoso mercado del Parián, cuyo auge se dio durante el virreinato al comercializar los exquisitos productos traídos del sureste asiático en la Nao de China o Galeón de Manila.

El equipo de especialistas del INAH protegió  los vestigios históricos del zócalo mediante una cubierta geotextil y tepetate, para permitir la continuidad de los trabajos de rehabilitación del Zócalo.

Por cierto para recordar el hallazgo, dejarán una moneda del año en curso en el sitio y existe la propuesta de instalar una placa conmemorativa.

La historia

En 1843, el entonces presidente Antonio López de Santa Anna quiso aumentar el espacio libre de la Plaza Mayor y para ello mandó derribar el mercado del Parián —venido a menos en esa época— que ocupaba casi la mitad de la misma y mandó hacer un monumento para conmemorar la Independencia.

Con ese fin se convocó a un concurso con la Academia de San Carlos, que ganó el arquitecto Enrique Griffon, pero Santa Anna le dio la obra a Lorenzo de la Hidalga.

Según una litografía de Pedro Gualdi y una carta del escultor Manuel Vilar, se sabe que el monumento estaría «compuesto de un basamento octavado. Encima de cada ángulo habrá un héroe de la Independencia, y dentro de este basamento estarán los cuerpos de éstos […] Encima de éste habrá otro basamento con bajorrelieves, y otra estatua en cada ángulo, que sostendrá la columna fajada con ornatos y el capitel compuesto, encima del cual habrá la estatua de la República, y se subirá por dentro de la dicha hasta ésta».

La primera piedra se colocó el 16 de septiembre de 1843, pero, por temas de dinero nunca se acabó. Vilar en su carta del 26 de marzo de 1846 apuntó: «Se duda que este monumento llegue al fin, pues el Gobierno está endeudado al exterior».

Como sólo quedó el zócalo, así se le empezó a nombrar y se volvió que incluso ahora la RAE agregó a las definiciones de la palabra su uso en México: «Plaza principal de una ciudad, especialmente la del Distrito Federal [ahora Ciudad de México]».

Por cierto, en 1875, sobre el zócalo se instaló un quiosco traído de Francia, le fue adosado un murete circular de ladrillos y argamasa — que también encontraron—. Tenía solitaria farola y una caja acústica donde los jueves por la noche y domingos por la mañana tocaban bandas militares.

En 1914 el quiosco fue donado al poblado de Huejutla, Hidalgo.