Días antes del Viaje en Metro sin Pantalones aún dudaba si ir o no. Y no es que no me guste el exhibicionismo, pero es que hace poco estuve hospitalizado por neumonía y casi me chupaba la bruja (lea la crónica aquí de cómo es ser atendido en un hospital público) por lo que eso de andar encuerado no sonaba a la mejor idea. Pero pudo más mi ánimo calzonudo y fue así como me lancé a la quinta edición del Viaje en el Metro sin Pantalones de la Ciudad de México y aquí les traigo la crónica.

Reglas que nomás no se cumplieron.

Días antes, en la página de Flashmob México ya estaban disponibles las instrucciones para los participantes, pero eran tan complicadas que la mayoría decidió ignorarlas olímpicamente. Y es que mire usted: se supone que cada participante debía abordar un vagón de acuerdo a su mes de nacimiento. Y luego ya adentro del vagón, de acuerdo a su día de nacimiento, ir despojándose por turnos de los pantalones. En teoría no podías ir con tu bolita de amigos, cosa que a nadie le gustó.

Era de esperarse que casi todo el mundo se pasara las reglas por el arco del triunfo. ¿Por qué? Porque tal y como lo han promovido cada año los organizadores del Viaje en el Metro sin Pantalones, la onda era divertirse, pasarlo bien y romper la rutina, tanto de los participantes como de los espectadores. En esta fiesta de encuerados quedó muy claro que a nadie le latió que le dijeran cómo tenía que divertirse.

Otra cosa que tampoco ocurrió fue que se supone, los participantes deberían ir encontrando personajes y tuitear dónde los habían encontrado acompañados del HT #SinPantalonesMex2015 y arrobando a @fmmexico y @MetroCDMx. Lo que los organizadores parecían ignorar es que sólo un reducido número de participantes descargarían las instrucciones y la gran mayoría simplemente se pegaría a su bolita de amigos. Además, bitch please, todos sabemos que dentro del Metro tener señal es una proeza. Las buenas intenciones de los organizadores quedaron en eso y la gente prefirió enfocarse en divertirse, reír y tomar fotos.

Así empezó todo

Cual Quijote y su fiel Sancho Panza (sin tener muy claro quién era quién), Rafa el camarógrafo de Chilango y yo nos quedamos de ver en el Metro Cuauhtémoc, uno de los dos puntos de inicio. El otro era el Metro San Cosme. En el aire ya se sentía el nervio. A pesar de la insistencias de los organizadores, la gran mayoría iba con sus cuates echando la chorcha. Todavía ni empezaba la onda y ya había risitas, como de niños que saben que van a cometer una travesura.

Se convocó a que iniciara a las 12 en punto y hay que reconocerlo, a eso la banda sí hizo caso. Apenas pasaban de las 12 cuando los primeros aventureros abordaron el vagón. Ya dentro, ante la mirada de amas de casa (recordemos que estábamos en la línea rosa, la misma que usan las señoras para ir a surtirse a la Merced), señores panzones y chamaquitos curiosos, los agentes daban comienzo a la encueradera. Luego de un rato, la mayoría ya estaba mostrando pierna. Para los mirones el menú tenía de todo: piernas gordas, flacas, musculosas, peludas y lampiñas. También había que el chon de encaje negro (¡salud), que la trusa Trueno, que el calzón fresa Calvin Klein y que la tanguita atigrada.

¡Fiu fiu!

Otra cosa que sí se respetó, fue la ruta trazada: los que empezamos en Cuauhtémoc debíamos bajarnos EMPINO Suárez (jeje), transbordar a la línea 2 en Dirección a Cuatro Caminos y una vez ahí, abordar de nuevo el Metro. Según las instrucciones, se debía permanecer en el Metro hasta Tacuba, donde se haría un último cambio a la línea 7 (la naranja) para terminar en el Metro Auditorio.

Aunque en los vagones nadie decía nada por estar casi cara a cara, en los pasillos de los transbordes era otro cantar. La gente echaba chiflidos y piropos a los atrevidos desnudistas y sacaban sus teléfonos para tomar la foto del recuerdo. Los polis quesque muy correctos trataban de no unirse a la muchedumbre mirona pero más de uno sí se andaba echando su agasaje visual.

El inevitable soundtrack

Una de las cosas que caracterizan a nuestro amado y a veces odiado Metro del DF, es esa fauna conocida como los bocineros. Calzonudos y no calzonudos nos aventamos el remix de los éxitos 128 éxitos de Universal Stereo en formato mp3, movimos el piecito con Vanilla Ice y uno que otro aventurero hasta se puso a hacer air guitar en chones mientras imitaba a una legendaria figura del rock.

Cuando pensábamos que la cosa no se podía poner más surreal, al convoy se trepó un bocinero con éxitos infantiles y el aire se llenó con las notas de El Sheriff de Chocolate, el tema de Dora la Exploradora y la Vecindad del Chavo. Así fue como los encuerados sacaron su lado infantil y comprobaron que viejo no es el que tiene el cuero arrugado, sino el que ya no canta las rolas que antaño lo hacían feliz.

El arribo al Auditorio Nacional

Al fin llegamos al Metro Auditorio. Todavía ni salíamos cuando todo el mundo ya gritaba y aplaudía por la sensación de haber cumplido la misión. Afuera el clima era tibio y benevolente, muy ad hoc para estar en choninos y pasándola a gusto. Todo mundo cotorreando con sus amigos y ahora sí, ya con señal, subiendo las fotos a Twitter y a Face. Los organizadores que hasta el momento no se habían hecho presentes, salieron de sus guaridas para coordinar la foto del recuerdo. Al grito de ¡EEEHHH PUTOOO!, todos los asistentes movían las manos aglutinados en las escaleras del Auditorio Nacional.

¿Como que hay mucho gay, no?, nos dijo un señor al que no le preguntamos pero se le notaban las ganas de expresar su opinión. “No se les va una oportunidad para exhibirse. Hasta eso no de mala manera, porque no se vienen agasajando, pero sí hay muchos. Bueno, eso es lo que yo veo”. Gays o no gays, sí era evidente que había mucho más tornillo que tuerca. Bueno, bueno, más hombres que mujeres, para los que no manejan el argot.

De rapidito

¿Cuántos fueron?

Según los organizadores, eran unos 6,000, pero los asistentes a los que preguntamos calculaban que menos.

¿Cuántas veces se ha hecho esto en México?

Esta es la quinta edición.

¿El Viaje en el Metro sin Pantalones tiene alguna finalidad política?

No. Los organizadores insisten en que sólo es para divertirse y romper la monotonía.

¿En qué fue diferente de otros años?

En ocasiones anteriores se congregaba a toda la gente fuera del metro y después, en grupos se entraba y se abordaban los vagones. Esta vez los participantes debían estar ya dentro del metro y abordar los vagones de acuerdo a su fecha de nacimiento.

Como ven chilangos, ¿ustedes fueron al Viaje en el Metro Sin Pantalones de este año? ¿Les gustó la experiencia? ¿Se quedaron con las ganas? ¿Les gusta que se hagan estas iniciativas en la ciudad? Opínenle en la sección de comentarios. Es suya, bebés de luz, aquí los leemos con sumo gusto.

Ve aquí nuestro video sobre viajar en el Metro sin pantalones

https://www.youtube.com/watch?v=AasGWaIfpD0


Vean nuestra galería aca abajito.