Un recuerdo impactante

Jesús corrió lo más rápido que pudo en busca de un lugar donde resguardarse de aquella pesadilla que apenas empezaba y que lo marcaría para siempre.

El sismo del 85 lo sorprendió en su lugar de trabajo, al que llega diariamente a las seis de la mañana. Estaba dándole grasa a un cliente y tuvo que dejar todo para lanzarse rápidamente hacia el túnel que comunica la Glorieta de Insurgentes con el exterior, a la altura del edificio de la policía.

Intentó salir pero no lo logró porque era tal el movimiento que el túnel se deformaba totalmente y le impedía pasar. Al regresarse vio que “había un montón de gente hincada, algunos tenían los brazos extendidos, otros rezaban, otros lloraban y la mayoría gritaba. Nunca había visto tanto miedo en la gente. Yo pensaba ‘pues, total, si nos toca morirnos, ni modo’”.

Los buenos recuerdos

Este experto, que deja los zapatos renovados, guarda también muchos recuerdos alrededor de personas y hechos que han sucedido en ese rumbo, porque ahí ha lustrado el calzado de miles de personas durante 48 años. Los primeros seis en una calle de la Zona Rosa y los 42 siguientes en la Glorieta de Insurgentes.

Jesús me contó que cuando empezó, a los seis años, cobraba 40 centavos, pero hoy recibe 20 pesos por boleada. Suelta una risa espontánea y se dice orgulloso del oficio al que ha dedicado toda su vida, porque le permitió sacar adelante a sus hijos, verlos crecer y darles educación, así como comprar su casa.

Ha boleado a famosos

Jesús platica que por su cajón han pasado artistas, políticos y gente de la farándula “como el famoso Margarito, el pequeñito; el comentarista deportivo Fernando Schwartz; así como la actriz y cantante Laura Flores”.

Viene a su memoria, y me lo dice, que le tocó ver “a Muhammad Ali; a varios jugadores de los que vinieron al Mundial del 70 y a todas las tribus urbanas: los hippies, punks, emos y darks”.

Un taco de ojo

Con picardía, confiesa que le tocó bolear a una playmate canadiense, quien había subido la temperatura de sus 29 compañeros boleros de la glorieta y explica: “Ellos querían tener el privilegio de atenderla y tuvieron que conformarse con verla sentada en mi cajón. Porque yo, sin andar como ellos de alborotado yendo a donde estaba para echarme un taco de ojo, terminé siendo al que escogió para bolearla y, por supuesto, para admirarla, porque traía minifalda y sin recato mostraba sus encantos. Pus yo, ¿pa’ qué digo que no? Un ojo al gato y otro al garabato”.

Mil pesos por una boleada

Sus ojos brillan especialmente al platicarme que un día llegó a la glorieta el equipo de una televisora nacional para convocar a siete boleros a que participaran en el concurso “El bolero más rápido”.

“Contábamos con dos minutos para bolear unos zapatos y ganaría el primero que terminara. Yo pregunté qué premio estaba en juego y me dijeron que mil pesos. Me apliqué al cien y resulté ganador. Cobré mi premio con gran alegría pues nunca había ganado nada antes en mi vida. ¿Te imaginas? Gané mil pesos por una boleada y dos minutos de trabajo”, dice Jesús y suelta una risa abierta, espontánea, como despedida.

¿Dónde encontrarlo?

Lo encuentras todos los días de 6 AM a 1 PM en el costado oriente de la glorieta. No hay pierde: si ves de frente al edificio de la Secretaría de Seguridad Pública, es decir hacia Reforma, lo encontrarás a tu mano izquierda. Si lo ves, platica con él, no te vas a arrepentir. Ve con tiempo porque no te vas a querer ir pronto.

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