A finales de los 80, cuando el hoy ganador del Oscar, Alejandro González Iñárritu, era locutor de radio, se refería al entonces Distrito Federal como “la ciudad de las combis verdes”, lo cual de verdad describía el color de la capital.
A diferencia de lo que pasa con otras ciudades, como Nueva York con sus taxis o Londres con sus autobuses de dos pisos, en la Ciudad de México no hay un transporte público que la caracterice en el mundo, porque hasta los microbuses, que son su columna vertebral, son de diferentes colores y tamaños.
Demos un vistazo a la historia de algunos de los transportes colectivos terrestres de la Ciudad de México hasta antes del siglo 21 para entender un poco por qué hoy cuesta tanto trabajo ponerlos en orden. Viajemos, pues, en tranvía, cocodrilo, trolebús, pesero, delfín, Pitufo, Ruta 100 y otros vehículos del pasado.

Tranvía, trolebús y tren ligero

Uno de los transportes más tradicionales en la época moderna de la Ciudad de México fue el tranvía eléctrico, cuya primera ruta, que iba de Chapultepec a Tacubaya, se inauguró en 1900 y durante varias décadas convivió con los tranvías tirados por mulas o caballos.
Los tranvías eléctricos eran operados por diversas compañías privadas, pero después de tener algunas dificultades con las autoridades y huelgas de sus trabajadores, además de quejas de los usuarios, en 1952, el Gobierno comenzó su nacionalización y creó el Servicio de Transportes Eléctricos del Distrito Federal, el cual también operó las líneas trolebuses.
La primera ruta de trolebuses se inauguró en 1951, la cuál corría de Tacuba a Calzada de Tlalpan, y se convirtió en un medio de transporte muy popular, ya que no necesitaba vías, sino neumáticos, y hacían menos ruido que los tranvías, además de que eran más cómodos.
A finales de los años 70, el Departamento del Distrito Federal —así se llamaba el actual Gobierno de la Ciudad de México— realizó un enorme plan vial —el más importante antes de los segundos pisos—, creando los conocidos Ejes Viales, donde el principal transporte eran los trolebuses—hasta tenían su propio carril para circular—, lo que prácticamente terminó con los tranvías, quedando únicamente la línea Taxqueña-Xochimilco en 1979.
En 1986, esa última línea de tranvías desapareció por completo con la construcción de tren ligero, el cual estaba planeado para terminarse antes de la inauguración de la Copa del Mundo, ya que el transporte público hacia los estadios era un requisito que se debía cumplir (esa ruta pasa por el Estadio Azteca); sin embargo, no pudo operar hasta meses después de que terminó el Mundial de México 86.
En los 80, los trolebuses fueron una opción de transporte importante para el gobierno de la ciudad, creando nuevas rutas y comprando cada vez más unidades nuevas, además de fabricarlas en México; para mediados de los 90, eran considerada como una opción para mejorar el medio ambiente del DF y se impulsó su uso en diferentes rutas.

Pulpo camionero, delfines, ballenas y Ruta 100

Las primeras grandes rutas de autobuses concesionados de la Ciudad de México empezaron a verse por ahí de los años 20, cuando cubrían importantes distancias, como del Zócalo a La Villa; pero para los años 50 y 60, los autobuses operaban en una especie de caos en el que intervenían diferentes empresas que no se preocupaban mucho por tener unidades en buen estado y, por ejemplo, algunos choferes tenían que trabajar hasta 16 horas continuas para poder mantener su chamba —no, no estamos hablando de 2016, sino de mediados del siglo 20—.
Pero a mediados de los años 60, con la llegada del Sistema de Transporte Colectivo (el Metro, para los cuates), los dueños de las concesiones de los autobuses se reorganizaron y crearon un grupo llamado “Alianza de Camioneros de México”, que era popularmente conocido como “El Pulpo Camionero” y en el que se involucraban algunos empresarios de dudosa reputación (algunos de ellos todavía activos) y políticos que usaban sus influencias para operar rutas (no es el espacio para hablar de los nombres que sonaban, pero algunos son padres de importantes políticos de hoy que hasta han sido candidatos a la Presidencia y han ocupado otros puestos importantes en el Gobierno).
Así, en los 70 llegaron nuevas unidades de transporte, como los “Delfines”, que eran de fabricación mexicana y ofrecían un servicio casi de lujo por un peso (de aquellos que tenían tres ceros menos que los actuales) con la promesa de no llevar pasajeros de pie y hasta estaban equipados con asientos acojinados y un torniquete, ¡hasta tenían paradas exclusivas!. Pero con el tiempo, el concepto se fue modificando porque no había tantos camiones como para darse ese lujo y los choferes subían pasaje que debía permanecer agachado en los pasillos con el fin de que nadie los viera desde afuera.
Los Delfines eran autobuses blancos que de inmediato se convirtieron en uno de los símbolos de la Ciudad de México y tuvieron una especie de copia con las Ballenas, que eran autobuses reconstruidos que pretendían operar de manera similar, aunque no fueron tan exitosos.
Pero en 1981, el Presidente José López Portillo decretó que las compañías camioneras pasarían a manos del Gobierno, creando así la Ruta 100, el cual era un gran plan de transporte que marcaba rutas que cruzaban toda la ciudad y hasta llegaban a lugares del Estado de México (sí, podías ir del Toreo a Satélite en Ruta 100). En un inicio, fue un proyecto exitoso que ayudó a solucionar el transporte público en el DF, pero problemas sindicales, de corrupción y políticos (hasta hubo quien los relacionó con el Subcomandante Marcos) hicieron que terminara mal en 1995, cuando se decretó en quiebra.
El Estado de México también intentó crear en los 80 una especie de Ruta 100, la cual llamó “Sistema de Transporte Troncal” o STT, la cual operaba autobuses azules que eran popularmente conocidos como “Pitufos” y que brindaban un buen servicio en Periférico y otras vialidades; sin embargo, terminaron en el olvido.

Cocodrilos, cotorras, peseros, combis y microbuses

En los años 50 empezaron a circular taxis verdes que tenían pintada en sus costados una franja de triángulos blancos, lo que asemejaba a unos dientes, por lo que se conocieron popularmente como “cocodrilos”, y su evolución fueron unos taxis verdes con amarillo a los que los chilangos de la época bautizaron como “cotorras”.
Durante épocas de alta demanda, como diciembre, había choferes que usaban estos taxis, que eran autos de tamaño grande, para transportar a varias personas, lo cual evolucionó después en un nuevo transporte, el cual consistía en amplios autos sedán en los que cabían hasta cinco (o hasta siete) pasajeros, a las que se les cobraba un peso por viaje, de ahí el nombre con el que se les conocía popularmente: “peseros”.
Entre vacíos legales y una que otra autoridad “que se hacía de la vista gorda”, los peseros mutaron a camionetas modelo Combi (VolksWagen), que cubrían las mismas rutas y en las que cabían hasta 11 personas gracias a un incómodo banquito; después se adaptaron vehículos que no estaban pensados para transportar seres humanos, pero en los que se llegaban a meter hasta casi 20 personas —si les gusta la onda retro, algunos de estos transportes siguen circulando en Circuito Interior, Toreo y otros puntos—. Para nombrar a estas combis, los chilangos sólo le cambiaron el nombre a la generación anterior y las bautizaron como “peseras”.
A inicios de los 90, las autoridades quisieron ordenar ese sistema de transporte que crecía caóticamente, por lo que tomaron la decisión de sustituir las combis por microbuses, los cuales no resultaron tan eficientes como los gobernantes prometieron y hasta confundía a los chilangos: no sabían si decirles peseros o peseras.
Ya para finales de esa década, las combis y microbuses circulaban indistintamente por casi toda la ciudad, convirtiéndose en el principal transporte colectivo, por lo que prácticamente se volvió incontrolable, a pesar de intentos esporádicos, como de sustituir los microbuses por autobuses, lo cual nunca se logró completamente e hizo que en la capital circulen “micros” de todos tamaños.
Así que, en el siglo 20, el transporte publico terrestre no fue uno de los puntos fuertes de la Ciudad de México… y parece que tampoco en el siglo 21.
¿Te subiste a alguno de estos transportes de la Ciudad de México?