9. Vamos al Sardinero

Hay tiendas de las que hoy no has oído hablar: Detodo, Blanco, El Sardinero, General Degas, París Londres. Para tus jefes eran la referencia obligada a la hora de comprar. Había muchas en el DF y tenían spots muy rancheros “¡Este es el corrido de las tiendas Blancooo!”

10. No había microbuses

El transporte público en la ciudad se dividía en camiones de la Ruta 100, trolebuses, combis, taxis y carros colectivos. No estamos hablando de tiempos de Pedro Infante: los microbuses no se popularizaron hasta la década de los 80 y antes eran tan incómodos que no entraba gente de más de 1.75 de estatura (a menos que agacharas la cabeza como guacamaya)

11. ¿Quién firmó este cheque?

Cambiar un cheque en un banco era un suplicio: cada sucursal guardaba en microfilmes la firma de sus usuarios y para cambiarlos, el cajero tenía que ir al archivo a verificar si la firma del cheque correspondía a la que había dejado el cliente ¡Lo juramos!

12. Cartas cadena

Tú podías llegar a la cabina de teléfonos a hablar con la novia y encontrar un papelito doblado. Si osabas abrirlo, era un mensaje de San Juditas -con una moneda- donde decía que tenías que dejar 10 papelitos similares por toda la ciudad o te caía el mal del puerco. A veces estas cartas cadena llegaban por correo postal y tenías que hacerlo bajo pena de maldición eterna.

13. ¿Me cambia mi vaso?

En los 80 a cierta refresquera se le ocurrió cambiar corcholatas por vasos de plástico: la Ciudad de México se volvió una locura donde ibas por la calle con la cabeza agachada buscando las corcholatas de la marca. Luego, hacías filas de varias horas para cambiarlas por tu vasito.

14. Bolsas de plástico

¿Bolsas de plático en el súper? ¡ni locos! Antes las bolsas eran de papel estraza (como las de la panadería, pero más gruesas) y ahí te echaban tus cosas. Las orillas estaban cortadas en zig zag y -para que te des una idea- cuando salieron los Simpsons la gente decía que Bart tenía los pelos de bolsa de supermercado.

15. ¿Tendrá cambio de uno de a 50 mil?

La inflación era tan grande que las cosas costaban muchísimo: una lata de frijoles, 20 mil pesos. Un auto viejo, 750 mil. Un helado de la tienda costaba 15 mil pesos. El gobierno dijo que ya eran demasiados ceros y de un día para otro le quitó tres ceros a todos los billetes: así el helado quedaba en 15 (como ahorita). Pregúntale a tu mamá de los pesos y de los nuevos pesos ¡era confuso!

Y dinos ¿qué cosas piensas que cambiarán en 30 años?