No te hagas el distraído. Aunque trates de evadir el tema, lo sabemos: alguna vez le has hecho ojitos a tu compañerito de oficina. Y él te ha respondido esos ojitos con tremendos besotes, motivo por el cual estás sonriendo en este momento. Ándele.

Ah, esos corazones henchidos de felicidad, tazas de café, clips y post its. Todos alguna vez hemos tenido un amorcito al que ansiamos ver cada lunes y con el que hemos aplicado el besito de piquito a escondidas y el amor-verdadero-solo-mientras-trabajamos-juntos.

Aunque andar con alguien de tu chamba tiene sus ventajas y se ven diario sin tener que hacer un gran esfuerzo, conservar una relación de ese tipo también tiene sus contras. Veamos.

Las políticas de la empresa

Empecemos con lo que viene de afuera. Hay lugares en los que te prohiben terminantemente tener algún tipo de intercambio de fluidos con otro empleado. Si sonríes, hay tabla. Si abrazas, tabla. Sibesas, tabla. O más bien despido :S

Los compañeros de trabajo

Todos en la oficina son igual de chismosos. Hay quienes ven de lejos, quienes paran oreja, quienes nada más preguntan y hay quienes descubren el origen mismo de la información, con detalles incluidos. El chiste es que el secreto no durará mucho tiempo.

Productividad, hermanos

Nos encanta que sonrías, nos encanta tu corazón palpitando cada vez que llegas a las 9 de la mañana –muy a pesar del tráfico–, nos encanta que seas tan feliz… Pero, recuerda que estás trabajando. Y que debes socializar. O sea, está padre que vayan juntos a comer, pero de ahí a que se pasen horas platicando mientras van por el cafecito… Léenos bien, tendrá secuelas.

El jefe/compañero envidioso

Hay mucha gente que no soporta que los demás sean felices. Suponemos que llevan años, acaso siglos, sin sexo, en fin, el chiste es que el tamaño de tu sonrisa los hace sentir como si le estuvieran taladrando los sesos, por eso empiezan a querer hacerte la vida imposible. Nunca falta el jefe que te pone mil responsabilidades para que no te distraigan o distraigas. Eres un distractor.

El final

Se acabó el romance. Todo fue súper sexual. Qué aventuras, qué escapes, qué nuevos y recónditos lugares (de la oficina, no anden perverseando) descubriste. Ajá, pero aquello iba a tener un fin, ¿en eso nunca pensaste, verdad? La mala noticia es que seguirán viéndose todos los días (T-O-D-O-S) y como siempre alguien al final terminará sufriendo, seguramente esa misma persona se entretendrá poniéndote el pie con singular alegría. Pobre de ti.