De forma oficial se llama Torre Latinoamericana, pero para todos los chilangos es «la Latino». Este icónico edificio es el primer rascacielos de nuestra ciudad -se construyó en 1956- y en su momento fue el edificio más alto de América Latina. Ha sobrevivido en total a tres temblores de gran magnitud: en 1957, 1985 y 2017, respectivamente.

La clave de su resistencia a los desastres naturales está en su construcción. Francisco Castellanos León, investigador del Instituto Politécnico Nacional CIIDIR Oaxaca, aseguró en una conferencia en 2009 que la Latino es un ejemplo de diseño resistente.

«La construcción de la Torre se inició en febrero de 1948. El Dr. Leonardo Zeevaert proyectó una cimentación y un diseño estructural que crearía paradigmas en la ingeniería moderna, ya que el subsuelo de la ciudad es fangoso, con consistencia esponjosa», explica.

«Fue necesario hincar 361 pilotes especialmente diseñados, hasta una profundidad de 33 metros para cimentarla. Se colocó́ una cimentación de concreto que permite que el edificio literalmente ‘flote’ en el subsuelo, independientemente del soporte que le proporcionan los pilotes. Esta tecnología, original de México, fue la primera de su tipo en el mundo y sigue siendo utilizada por los constructores de rascacielos para zonas de alto riesgo sísmico».

La otra cara de la moneda

A la Latino le siguieron un montón de edificios: la Torre Insignia o Torre de Banobras (1962), el Hotel de México (1972, pero completado hasta 1995 y transformado en el World Trade Center) y la Torre de Pemex

(1982). Después, durante los 90, llegó un boom y se construyeron nuevos rascacielos, en especial sobre Paseo de la Reforma y Santa-Fe Lomas. Hoy, nuevas torres siguen apareciendo por aquí y por allá.

Si bien para muchos estas construcciones se sientes «más seguras» durante un sismo, también le han traído muchas complicaciones a nuestra ciudad.

«Uno de los grandes problemas con los rascacielos es el efecto que tienen sobre la vida en las calles y en la misma dinámica de ciudad», explica Salvador Medi, en su artículo Los rascacielos, crisis económicas, especulación e impacto a la ciudad. «Muchos tienden a ser mixtos, es decir, integran oficinas, comercio y hasta viviendas en ellos, lo que hace que en muchos casos toda la vida se encierre en los mismos. Se convierten en una especie de guetos elevados, separados de su contexto, de la ciudad, de la sociedad».

Medina también menciona otros problemas: uso intensivo de suelo, daños al comercio local, incremento en el precio de suelo, expulsión de población local porque la vivienda se vuelve inaccesible (es decir, la zona se gentrifica).

Al final, ¿tú qué piensas?, ¿sientes que los altos edificios son más seguros y debería haber más en la ciudad?