Este 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, por ello nos pusimos a analizar por qué muchos chilangos comen tan mal. Recorrer largas distancias, tener muchos tiempos muertos, las reuniones sociales y, sobre todo, la fácil disponibilidad de la comida (literalmente hay para todos los gustos y bolsillos) hacen que los habitantes de la Ciudad de México estén prácticamente rodeados de comida.

Aquí, una breve reflexión sobre nuestros hábitos para comer y un breve repaso a sus causas. A ver con cuál te identificas más.

1. Tienen comida por todas partes

La Ciudad de México es una de las grandes urbes del mundo en donde hay más comida callejera. Esto se debe en una parte a la tradición, y en otra parte a la demanda que existe por contar con alimentos rápidos, a la mano y a un precio menor; pero uno de los factores principales es que hay poca o nula regulación y vigilancia en el DF por lo que prácticamente cualquiera puede vender cualquier producto comestible en la banqueta y vialidades.

Por las calles de la ciudad hay bicicletas con tacos de canasta, puestos de lámina que venden tacos de guisado o anafres con un comal para ofrecer quesadillas (con o sin queso) y gorditas de chicharrón fritas o asadas. De todo hay.

Por las mañanas, prácticamente con sólo estirar la mano (claro, sosteniendo en el extremo un billete), se pueden obtener sándwiches, jugos de naranja, churros, cocteles de fruta (con granola, miel, chantilly y chispitas de chocolate para que deje de ser light), atoles y tamales en hoja, fritos o dentro de una telera.

Están por todas partes: a la salida (y en los andenes) del Metro, en los carriles centrales de la que se supone deberían ser vías rápidas, en colonias ricas, colonias pobres, en las noches, en las madrugadas y en días festivos. Nunca faltan a nada.

De esta forma, los chilangos no tienen que llegar a ningún lado para comer, porque pueden hacerlo mientras se trasladan y aunque todavía no sea hora de la comida o la cena. Con esa disponibilidad, ¿cómo no van a comer en todas partes?

2. Paradoja: No tienen tiempo para comer

Comer en la Ciudad de México es un acto vertiginoso para muchas personas debido, principalmente, a las largas distancias que deben recorrer para ir a trabajar, a la escuela o de regreso a casa.

Por ejemplo, el desayuno a veces implica sacrificar una hora más de sueño, por lo que deciden desayunar en el camino algo empacado o comprado en la calle, porque tampoco queda mucho tiempo para prepararse algo de comer.

En el caso de los godínez, por ejemplo, se piensa que podrían comer sano si llevaran un tóper con alimentos desde su casa, pero resulta que la comida de ese tóper no se prepara sola, es decir, hay que invertirle tiempo, que es justamente lo que escasea cuando hay que ocupar dos o tres horas para trasladarse de la casa a la oficina y de vuelta.

Y como los chilangos pasan mucho tiempo en la calle trabajando y transportándose, pues cuando llegan a casa no quieren cansarse haciendo de comer, así que les gusta salir a cenar aunque sean unos tacos. ¿Ven cómo todo lleva a lo mismo?

3. Comen por convivir

No hay mejor reunión que un desayuno, comida o cena, además de salir a chelear, es decir, el mejor pretexto para reunirse es comer mientras platicas (o ves tu celular, depende qué tan Millennial seas).

También, mientras más suculenta, extraña o grande sea tu comida, más likes recibirás en Instagram, por lo que debes cuidar que comerás como rey porque nadie comparte en sus redes sociales una tortilla con sal o una taza de frijoles negros.

Los chilangos también siguen costumbres nacionales cuando se trata de comer, como recibir con mucha comida a sus invitados, especialmente en fechas como Navidad o Día de Muertos, porque hay una creencia arraigada que consiste en que serás mejor anfitrión mientras más cosas ofrezcas de comer.

4. La comida sirve para matar el tiempo

Como muchos chilangos desayunan mal, suelen tener hambre antes de que llegue la hora de la comida, por lo que al mediodía pueden comer cualquier cosa que los mantenga con fuerza en lo que dan las 14:00.

Para los estudiantes, darse una vuelta por las tortas o las quesadillas es una buena manera de matar el hambre entre clases, mientras que para los godínez existe un ritual que empieza cuando alguien de la oficina menciona este conjuro: “voy a la tiendita, ¿quieren algo?”.

Así, la visita al Oxxo (que para muchos ya es sinónimo de “tiendita”) se convierte en una buena distracción para oficinistas que abren el refrigerador para elegir entre varias docenas de marcas y sabores de refresco, porque el de las aguas es menos atractivo y sólo ocupa un pequeño espacio junto a las cervezas que nadie ve a esas horas.

Así que, en unos minutos, el godínez comisionado llega como Santa en Navidad a repartir cambio, refrescos, cacahuates, galletas y hasta cafés por toda la oficina.

Para después de la hora de la comida, el ritual se puede repetir con el postre o el café, por lo que no falta el godínez comisionado para ir por los Latte descafeinados con leche deslactosada, los Gansitos o las paletas de limón.

Y en la noche, pues para evitar el tráfico, los estudiantes y godínez conviven por igual en algún bar para departir con unas chelas y, claro, una botanita, que puede ser, ¿por qué no?, unas alitas, unos nachos o una pizza.

5. ¡No sabe comer!

Los planes educativos de la mayoría de las escuelas no incluyen en su currícula alguna materia que enseñe la manera correcta de comer, y aunque algunos sí lo incluyen, la verdad es que no sirve de nada cuando en su entorno familiar no hay orden para comer (o se cumplen todos los puntos arriba mencionados).

En cuanto a planes de Gobierno, en realidad éstos se han limitado a dar consejos como “cuida lo que comes”, pero no te dan más instrucciones para llevarlo a cabo. Así que las políticas públicas de tampoco han ayudado mucho.

Las fechas más tradicionales que celebran los chilangos, como el 15 de septiembre (aunque esa no sea la fecha oficial, ese día es el que se festeja), el 2 de noviembre, el 31 de diciembre y el 10 de mayo están relacionadas con mucha comida, por lo que comer mucho, técnicamente, se lleva en la sangre.

Así que cuando los chilangos se forman una hora para comer chilaquiles de una esquina de la Condesa, esperan media tarde para entrar a comer un plato del pozole de moda o gastan grandes cantidades de dinero en una pequeña dona, lo único que están haciendo es comer como saben… y como pueden.

¿Eres de los chilangos que comen mal o tú sí comes bien?

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