Como piloto estaba registrado con un pseudónimo, el CapitánCruz, pero dicho intento de anonimato resultaba ridículo: era el hombre másfamoso de México. Cayó a bordo deun bombardero de la Segunda Guerra Mundial, a la mitad de la ciudad de Mérida.Destruyó una casa y murieron dos personas en tierra. Su cuerpo descompuesto fuereconocido con dolor e incredulidad por todo el país. Nadie pensó que PedroInfante pudiera estar muerto.

Había sufrido un accidente terrible, profético de su muerte,8 años antes. Aquella vez se accidentó en las afueras de Zitácuaro,Michoacán, y fue rescatado por unafamilia de locales. Las lesiones fueron delicadas: tuvieron que implantarle unaplaca metálica en el cráneo después de trasladarlo de emergencia a la ciudad deMéxico. El percance no disminuyó su pasión por las aeronaves.

Tan agradecido quedó con la familia Contreras Vilchis, laque lo rescató de aquel desplante aeronáutico, que viajó a la localidadmichoacana meses después para cantarle "Las Mañanitas" a la madre de familia ensu cumpleaños. Sembró por allí varias semillas y se hizo padrino, amigo,compadre y frecuente de los Contreras y todos sus conocidos. En Zitácuaro, comoen todo México, hizo leyenda.

Porque pocos artistas, mucho menos los muertos, cuentan susventas discográficas en los cientos de miles. Pocos pueden presumir que elsimple mencionar de su nombre resuena en la gente medio siglo después de dejarla tierra. Si no hay calles con su nombre (¡no las hay, o sí?), hayrestaurantes, museos, revistas especializadas, estudios académicos y un sin finde posibilidades para acercarse a la vida del cantante y actor.

La pantera negra, películade pronta aparición, marca con claridad el interés y éxito que todavía generael mito de Infante. Su intérprete, Arnulfo Reyes (que tiene algunas cintas ensu haber y responde como una de las grandes revelaciones del cine mexicano),catapultó su carrera y se le han ofrecido muchos papeles a raíz de unapelícula… que aún no sale a exhibición.

El macho mexicano porexcelencia no ha desvanecido de la memoria de los mexicanos. Sigue tan presentecomo cuando gritaba a su esposa (la actriz Irma Dorantes), hijas, sobrinas yprimas que "las mujeres no debían usar pantalones" y preguntaba siempre conquién es que iban. Tan presente como cuando su voz y carisma cautivó a cientosde miles de mexicanos, que ahora se contabilizarían en los millones.

No hemos hablado de sus principales atributos porquequeríamos, nosotros, recordarlo de otra manera: como un sobreviviente, como unmito, como un héroe popular. Sus canciones y sus películas, regalo para todos,están a la mano.

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