El Zócalo es de esos lugares que nació con mala suerte: la usan para todas las ocurrencias habidas y por haber de políticos y cualquier persona con capacidad de convocatoria suficiente para plantarse sobre ella.

Ha sido uno de los multiforos más concurridos de la capital para conciertos, discursos, mítines, protestas, plantones, vandalismos, museo itinerante, recinto futbolero –¿se acuerdan dónde se transmitía el mundial?–, estacionamiento, mega alta de ofrenda. Para acabar, hasta en pista de hielo se transforma.

Incluso, tiempo atrás, antes de ser plaza, era una alameda. Ahora si la mala suerte abunda se convierte en campamento de manifestantes. El problema es que es un gran vacío que está ahí para explotar nuestra creatividad. No hace mucho un despacho de arquitectos planteó la posibilidad de hacer un rasca cielos para abajo –o sea subterráneo–, justo debajo de la plancha del versátil Zócalo. Se nos ocurre que, dado que cualquiera pude proponer un uso práctico para el lugar, bien podría funcionar de varias maneras, aquí algunas sugerencias (ojo a todo le pones mega porque la plancha del Zócalo y todo lo que sucede ahí es mega).

Como megaestacionamiento subterráneo para abolir la plaga de franeleros que azotan el Centro Histórico durante las noches, así de mínimo el gobierno sacaría una lanita y nosotros podríamos dejar la nave un poquito más segura.

– Otra cosa que podría funcionar es como bodega gigante de piratería, así por lo menos los “toreros” no tendrían que correr hasta las zonas más recónditas del centro por más mercancía que ofertar, ni tendrían que esconderla en los locales como zapaterías y lugares de comida rápida.

– Ahora que están de moda los estrenos veraniegos en el cine y las teorías de destrucción apocalíptica, podría funcionar como mega refugio nuclear, o para esconder a los megarobots que defienden a la tierra al estilo Pacific Rim.

– Cómo prisión de máxima seguridad, con eso de que las cárceles del DF duplican su capacidad, esa sería una buena opción para tener buena vigilancia y despresurizar un poco las tumultuosas cárceles.

– Ya de plano como corralón, porque eso de tener que ir a buscar tu auto a las afueras de la ciudad cada que se lo lleva la grúa no es onda. Tan fácil como ir al Zócalo y sacarlo. Igual nunca estaría lleno porque cualquiera correría al centrico punto por su “unidá”.