En 1983, Orchestral Manoeuvres in the Dark lanzó uno de los discos más visionarios de la época, uno que escribió un nuevo capítulo en la era de la música electrónica: Dazzle Ships, un álbum vanguardista y con un discurso social que revisaba el declive industrial, la Guerra Fría y la amenaza de una posible guerra mundial. “Este disco fue sin duda una de nuestras mejores obras”, dice en entrevista Andy McCluskey, cantante, bajista y fundador del grupo. “Era desafiante y sensible, pero ahí radicó su error. Es decir, en la era de Madonna y Michael Jackson se volvió mal visto ser tan pensante”.

Así fue entonces que OMD empezó a editar discos mucho más simples y accesibles, logrando éxitos radiales como “If You Leave”, “Secret” y “So In Love”. Andy y Paul Humphries (tecladista y vocalista) son líderes de una de las bandas más importantes del movimiento synth pop, un género musical que nació a finales de los años setenta que consistía en sintetizadores, mezclados con guitarra y batería. Contemporáneos a Ultravox, Japan, The Human League y Gary Numan, OMD fue una influencia para grupos clásicos como Depeche Mode y A-Ha hasta para recientes como Client, Cut Copy y The Postal Service. “Crecimos en los años setenta, así que tuvimos la oportunidad de aprender de música más atrevida y original. Los ochenta fueron años de decadencia musical. En efecto, musicalmente nosotros somos una referencia de la era, pero procuramos no ser tan corrientes como Duran Duran. Afortunadamente, no éramos los chicos bonitos para vender sólo imagen, eso nos dio la oportunidad de ser más artistas. Aunque, pensándolo bien, fue aburrido no haber tenido todas esas chicas que ellos tuvieron (risas).”

Ahora, 28 años después –una vez que las cabezas del grupo quitaron las rencillas que los distanciaron a finales de los años ochenta– OMD tiene un nuevo disco, llamado History Of Modern, una producción que marca la reunión del grupo original que tocó en el clásico de 1981, Architecture & Morality. Esta alineación no hacía música desde hace más de 20 años, cuando no existía los iPods ni las disqueras estaban en vías de extinción. “La industria de la música está terminada. Incluso, la gente cada vez está menos interesada por escuchar un disco, ahora sólo consumen sencillos. La música se ha reducido a un archivo dentro de una computadora o en un reproductor de mp3. La calidad de sonido es ínfima, pero la gente se siente feliz escuchándola así. ¿Es inspirador este escenario? No, pero te tienes que adaptar. Es un nuevo lenguaje que incluye el Myspace, YouTube o Facebook. Es duro envejecer, es como perder realidad de la vida y comprender que las cosas cambian”.

“Los chicos ya no usan a la música como un canal de expresión”, dice McCluskey al referirse a canciones que compuso como “Enola Gay”, una rola inspirada en la devastación nuclear. “La juventud ya no vive con el miedo que nosotros tuvimos. Ahora ellos están en una especie de guerra contra ellos mismos. Es un bombardeo de comunicación que los vuelve autómatas. Por ejemplo, la primera vez que vi una película pornográfica tendría unos 17 años, y realmente era algo más erótico. En cambio, ahora los niños de seis años tiene acceso a la pornografía más brutal. Es decir, Internet es un medio que ha revolucionado a la sociedad, pero también ha desmitificado muchas cosas. La gente ya no tiene que esperar semanas para poder comprar el nuevo disco de un artista, ahora lo pueden filtrar y bajar mucho antes que un músico lo ponga a la venta”.