Hernández Tinajero continuó trabajando en otras tareas menosvisibles pero estratégicas para acompañar el debate con argumentos.En enero de 2011 entrenó a un grupo de seis jóvenes –cinco hombresy una mujer– recién egresados de la carrera de antropología.

Recorrieron deportivos de Iztapalapa y Atzcapotzalco, entre otrossitios de consumo, y entrevistaron a 450 usuarios.«No nos interesaba saber cuánto cuesta un joint, sino cuánto gastaun muchacho en marihuana o cocaína», dijo Hernández Tinajero.

La encuesta del Cupihd fue importante en términos cuantitativos–la Encuesta Nacional de Adicciones abarca menos porque consideró1,500 entrevistas aleatorias en casas del DF; sólo 8% de los entrevistados,alrededor de 140, se identificaron como consumidores– ydescubrió datos relevantes. Los entrevistados revelaron que gastabanentre 200 y 1,500 pesos semanales en drogas, lo que permitió alCupihd clasificarlos en usuarios de alta y baja intensidad.

Cuando en México y Estados Unidos los expertos en la materiaproclaman cifras inexactas, la encuesta permitió un cálculo másaproximado de la dimensión del mercado de drogas en la Ciudad deMéxico: 30 millones anuales de marihuana y 100 millones de dólarespor el resto de las drogas, una cantidad que una vez fuera del mercadonegro podría gravarse y aumentar así la recaudación de impuestos.

«Aquí estamos, en medio de la tormenta. Antes parecíamos inexistentesy ahora estamos por todos lados», dijo Hernández Tinajerohace unas semanas en su oficina de Coyoacán, un espacio limpio yordenado, iluminado por un ventanal por donde escala una jacaranda.

Detrás de su escritorio, en un estante de madera, hay decenas delibros sobre literatura de drogasDrug War Facts,Ecstasy,El siglo delas drogas,Del café a la morfina– y tres diminutas plantas hogareñas.

Su agenda está repleta de compromisos. Dos días antes pronunciósu discurso ante los 400 policías y ahora prepara un encuentro conmiembros de la Asamblea Legislativa para sensibilizarlos sobre temascontroversiales en el debate sobre la legalización de la marihuana.

«Tuvimos que deconstruir varios mitos ante un frente amplio delegisladores, periodistas, intelectuales y ciudadanos comunes», dicetras soltar una bocanada de humo de un cigarro en el balcón de su oficina. Es flaco, compacto y tiene cierto parecido al escritor Jorge Volpi.

Como casi todos los días –excepto cuando asiste a conferencias y vamás formal– viste camiseta, jeans y unos viejos tenis grises.Deconstruir. Se habla mucho sobre los riesgos que implica el consumode marihuana, pero –se pregunta el presidente del Cupihd– ¿quécosa no es riesgosa? «Proponemos una política de reducción de riesgosy daños, como hacen las autoridades en otros frentes: si tienes sexo,usa condón. Si bebes, no manejes. Deberíamos decir: si consumescocaína, usa un solo conducto nasal para que no te jodas los dos.»

Unos minutos después, acompañado por Sara, una chica menuday rubia que forma parte del Colectivo, abordó la línea azul del metropara ir a la Asamblea Legislativa del DF, donde se prepara una nuevainiciativa sobre la legalización de la marihuana que se anunciaríaen septiembre. Bien agarrado del tubo para no caerse mientras elvagón iba a toda velocidad, Hernández Tinajero dijo estar seguro deque si se regula el cultivo y la venta de la marihuana, sería posibledisminuir otros riesgos colectivos.

«Si avanzamos en la regulación de las drogas, disminuirá el riesgode la violencia.» A su alrededor, una decena de chilangos que antesmiraban despreocupados la avenida Tlalpan a través de las ventanas,ahora lo observaban con atención.

Alejandro Hope, investigador sobre drogas, no es tan optimista:«No esperemos milagros –dice– con la eventual legalización de lamarihuana». Cita que 95% de la producción mexicana se exporta aEstados Unidos, de modo que para minar el poderío económico delos cárteles tendría que ser regulada también en ese país. Cree quelegalizarla reducirá sólo un poco la violencia.

Dice que los mayores efectos se percibirían en Sinaloa, Durango,Chihuahua, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, que sumarán este añoalrededor de nueve mil homicidios dolosos. Asumiendo que la mitadde esas muertes estuvieran conectadas a los mercados ilegalesde marihuana, y que 20% de los homicidios en el resto del país tuvierancomo causa la prohibición, aun en ese escenario improbableexistirían siete mil homicidios al año.

Según sus cálculos, el mercado interno es de 200 millones de dólares.«En impuestos no se va a obtener mucho porque el precio se colapsa.» En México hay un millón de usuarios de marihuana, y si el consumose duplicara –Hope hace números mentales– estaríamos hablandode 400 toneladas anuales. El costo llevado al público con un impuestode 60%, similar al tabaco, arrojaría ingresos por 600 millones de pesos,menos que el presupuesto de la delegación Magdalena Contreras.

«Decir que los efectos serán modestos no quiere decir que no debahacerse –advierte Hope–. Se debe hacer, pero no hay que sobrevenderlo que se puede hacer.»“La ciudad no tiene miedo a la legalización de las drogas”, dijo MiguelÁngel Mancera a finales de junio. El debate sobre la legalizaciónde la marihuana había despuntado durante la primavera y el jefe degobierno se declaraba a favor de que el tema se discutiera. Con cautelay discreción comenzó a mover sus piezas.

Una de las más visibles es Manuel Granados, presidente de la Comisiónde Gobierno de la Asamblea y uno de los diputados localesmás cercanos a Mancera, quien se dio a la tarea de alentar la discusión.

Tuvo que ver en la organización de dos foros en la AsambleaLegislativa y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal,donde por primera vez las organizaciones de consumidoresocuparon espacios protagónicos.

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