Esta semana los universitarios regresaron a clases y como nosotros ya pasamos por ahí nos pusimos a recordar a los personajes cliché que nos encontrábamos en los pasillos, al lado de la butaca, en la biblioteca, en la explanada… cada año escolar, en cualquier escuela en la que cayéramos.

El nerd

El clásicocompañero que en las clases se las sabia de todas-todas. Nosjuntábamos con él con la esperanza de que nos ayudara con la tarea o con losexámenes o para que nos conectara con los maestros o para ver si se nos pegaban por ósmosisun poco de sus conocimientos. Otros puntos a su favor: tenía los mejoresvideojuegos, una colección dehistorietas de comics, figuras de acción… Un freak.

El gigantón

Otro que nunca falta. Se da a notar no por ganas, sino porque parece más un experimento genético que un alumno promedio. ¿No nosdigan que nunca hubo un jirafón que era siempre el último de la fila, el mejor para el basquet, el que le gustaba a las niñas por el número de su calzado?

La buena

No, no hablamos del angelito de la clase. Nos referimos a la María Joaquina de Cirilo, a la Megan Fox de Shia LaBeouf,al sueño erótico de alumnos –y maestros– que estuvieron con ella en elsalón de clases.Además de ser la más odiada por las demás féminasdel salón, la buenota siempre obtenía buenas calificaciones porque –claro– el nerd siempre caía ante la miradita coqueta y terminaba haciéndole la tarea o pasándole los exámenes. ¿Recuerdan la paleta de caramelo macizo que sutilmente jugueteaba con sulengua? Yo sí.

El grillero

Típico que el director se sacaba una nueva regla de la manga y él se levantaba para hacer valer sus derechos estudiantiles. Era el alumno es capaz de organizar a la escuela entera y armar un escrito más rápido incluso que AMLO. Él jamás permitíala corrupción estudiantil ni las injusticias sociales.Ahora trabaja para el PRD.

El gandalla

Hace años no estaba tan de moda eso del bullying. Antes los chavitos chiquitos, flaquitos, débiles y ñanguitos eran objeto de burla de los poderosísimos gorditos de fuertes brazos y enormes pectorales. Ahora las cosas han cambiado ylos actualesmachos alfa sededican a hacerle la vida imposible a niños de mínimo 1,70 cm. de altura y80 Kg. de peso. Pensamos que ese gandalla infantil es el que –ya mayor– abusa delconsumo de carne con hormonas y clembuterol.

"El yerbas" (El Toques, María Juan, Pache-coso, Oreganos, Vegetariano, entre otros)

Era con el que nosotros –ejem perdón, va de nuevo–, era con el que se juntabanlos hippies parahablar de los más diversos temas de urgencia filosófica, espiritual, orgánica y futurista. Él siempre tenía las últimas novedades en cuanto a cigarros, pipas, "puros", sábanas y demás aditamentos con los que preparaba sus artesanalescigarrillos.

El chistosito I

El graciosito de la clase al que nadie aguantaba. Ese que tenía una necesidad casi enfermiza de decir cualquier cosa, solamente para llamar la atención y obligar a que losdemás se rieran. Sí, llegó el momento en que lo alucinamos. Aunque era un tipo de buen corazón, se ganó el odio de todos, por insoportable.

El mutante, ósea el "X"

Tal vez nunca te enteraste de su existencia. Ja. Se perdía en el anonimato de la multitud y nunca de los nuncas –apesar de que hubieran pasado años y años junto a él– supiste algo de él. Nunca habló con nadie, no hizo trabajos enequipo, en el receso se la pasaba solo, no iba a fiestas. No, nada.

El galán

El odioso alque todos los hombres queríamos golpear porque resultaba que todas las del salón querían con él. Nada más dramático que aquella vez en la que apareció el chismógrafo –sí, el chismógrafo– y el grupo entero descubrió que todas estaban locas por él. El más guapo: El galán. El más feo: Tú. Oh,no. Los recuerdos. Las voces. Las terapias.

El sopes

Sí, hablamos de aquél que carecía dehigiene corporal. Estaba lleno de legañas,restos de comida entre los dientes, gallos en el pelo –y algunas peluzas salidas de quién sabe dónde–, uñaslargas y negras,olor acebolla echada a perder. Nunca nos quedó claro si padecía alguna raraenfermedad o sí tenía algún problema monetario o si de plano era muy ambientalista.

El borracho

Nos encantaba juntarnos con él. Tenía una habilidad para cuidar su economía que todos le reconocíamos. Entre semana no tenía un peso para comer, para sacar copias, para agarrar el camión, para comprarse un dulcesito, pero siempre que llegaba el viernes se convertía en el dios Baco. Su divinidad era tal que no le provocaba ninguna inconveniencia compartir su maravillosa cebada burbujeante con los demás mortales. A litros. Aún lo queremos. Y lo extrañamos.