Si Stanley Kubrik hubiera tenido que plasmar en una de sus películas cómo hubiera imaginado las mascotas en el futuro, jamás hubiera pensado lo que un animal representa para el humano en la actualidad. Olvídense de aquellos tiempos cuando los canes vivían fuera de la casa y se les sacaba con un patín; ahora son parte esencial de la vida de cualquier adulto contemporáneo. Es como si los hijos hubieran pasado de moda para ser suplantados por perros y gatos. Actualmente un chihuahueño tiene más lujos y mejor calidad de vida que muchos niños de la calle.

El fanatismo por las mascotas es algo que nos arrastra a todos, incluso a quienes no las tienen: si amas a tu amigo, también debes amar a su compañero animal. O nos adaptamos a nuevos conceptos de convivencia o podríamos pasarla muy mal. Adiós al límite animal-hombre.

Analicemos cómo funciona ahora:

“¿El perro de mi amigo tiene Facebook?”

No sabemos con exactitud qué debemos pensar de esta situación, ¿qué podría decirnos un perro? Es un hecho que el mundo ha cambiado; ahora aceptamos la solicitud de amistad del perro de un cuate; antes ni conocíamos a sus mascotas porque vivían en el patio. La ridiculez ha llegado tan lejos que son capaces de comentar “guau” sobre tus estatus.

“Se comió mi sandwich, ¡qué importa!”

Ya no hay respeto, un perro se come tu comida y todos deben aplaudirle, el amor por las mascotas hace que perdonen cualquier cosa. Si nuestra opinión al respecto no importa, ¿quién nos pedirá una disculpa?. Esto es equivalente a un niño llorando en el cine y que la mamá se haga güey.

“Ese perro tiene más ropa que yo”

Es el colmo que un animal tenga más ropa que nosotros. Gastan miles de pesos en accesorios y joyería, todo para un animal que no lo necesita, ni lo quiere y hasta le estorba. ¿De cuándo acá los perros son juguetes? Compren una Barbie para entretenerse y donen ese dinero a otras causas. ¡Qué ridículo! Lo más insoportable es encontrar perros con playeras de equipos de futbol.

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Chihuahua (Especial)

“Me babea y huele horrible, pero ¡qué tierno!”

Llegas a casa de un amigo y su perro te recibe efusivamente. Tu ropa nueva se estropea en un segundo con la baba apestosa del can. Obvio tu amigo ni se inmuta para quitártelo de encima. ¿Qué se hace ante esto?, nada, efectivamente. Te quedarás con el coraje porque según ellos “es un animalito y debes entender.

“Van cinco popós que piso en un mes”

Actualmente es imposible caminar más de diez cuadras y no ver una popó en el piso. Hay muchas personas con mascotas muy responsables, pero también hay miles que les importa un comino qué sucede con los desechos de su perro. Lo más molesto es tener un vecino con 20 perros en un departamento de 50 metros cuadrados. ¿Qué hacer ante estos casos?, sólo queda caminar con mucho cuidado.

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Locos (Especial)

“Estoy comiendo en un restaurante con perro al lado”

Ya nadie nos consulta si nos parece tener un perro encima a la hora de comer. Hay quienes no tienen ningún problema con ello, pero otros que sí. Tenemos amigos que llevan a su mascota a todos lados, algunas de ellas muy bien educadas, otras no, y mientras comes pizza la cara del perrín está sobre ti. No queda de otra más que sonreír y actuar como si nos cayera muy bien.

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Rey (Especial)

“Vamos a ir de viaje y el perrito también va”

La ilusión que le hace a un padre que su hijo conozca el mar, es la misma que siente un dueño por su perro brincando en la arena. Por lo que si sales de viaje con tu mejor amigo loco por los canes, tendrás que chutarte todo el trip a su animal, te guste o no. Cosas como si vomita en la carretera o si dormirá en tu misma cama van implícitas, ya no lo consultan. ¿Con qué derecho?

“Mi novio(a) tiene perro y por lo tanto debo amarlo”

Cuando elegimos pareja nadie nos aclara que hay muchas cosas que vienen dentro del paquete, como por ejemplo los suegros y las mascotas. Nos enamoramos de una persona, más no de sus animales y nada debería obligarnos a adoptar sus gatos y perros cual hijos putativos. El colmo es cuando hasta en pleno faje el perrito está en medio de los dos y ni pensar en moverlo porque sería causa de pleito.

“Yo también muero por un cerdo vietnamita”

¿En qué momento se volvieron los cerdos una mascota hogareña?, es completamente ridículo imaginar que alguien compre uno sólo por cuestiones de moda. No dudaríamos que pronto Polanco se viera repleta de cerdos “porque Lady Gaga tiene uno”.

“¿Seguro no muerde?, porque tiene cara de que me va atacar”

Es inevitable tenerle miedo a un perro con cara de violencia que tira mordidas constantemente. Lo peor es que el dueño con la mano en la cintura nos diga: “tranquilo, no hace nada”. ¿Qué pretende que hagamos?, ¿saltarlo como si no existiera?, ¿quién garantiza nuestra seguridad? Deberían detenerlo en lo que pasamos por respeto, pero eso no sucede. Hay perros así sueltos por el parque y los dueños tan campantes.

Aclaración: esta nota fue escrita por una amante de los animales, loca por su perro, pero en contra de la gente que cree que todos deben amar a su mascota aunque no esté educada. Señores defensores de todas las causas, como ya sabemos que viven enojados, pues ya atáquenos por decir cosas ‘horribles’ de sus cuadrúpedos. Guau.