De ser los reyes de la avanzada regia en los 90, ahora integran una de la bandas más importantes en la escena musical de Los Ángeles y vienen al DF a seguir conquistando a los chilangos y a dejarse querer por la ciudad.

“Siempre es chido regresar a la ciudad de México, se siente la fuerza, la energía de la gente, la velocidad”, dice César Pliego.

Aunque pasan pocos días en la capital, se dan tiempo para ir a sus sitios favoritos.“Aquí se comen mariscos como en ningún lado”, siempre vamos a Mi gusto es y a Contra mar. Son los mejores”, dice el vocalista.

Omar Góngora, el baterista, prefiere los buenos tacos del Califa “que sí rayan” y visitar a sus amigos.“Las mejores fiestas se arman acá”, dice.

Los antros ya no son lo suyo, o eso dicen, aunque siempre van a los conciertos de sus amigos “así sean en algún lugar alzado de Polanco”, dice Pliego.

Todos comparten el gusto por el Museo de cera y lo visitan en cada oportunidad. “Es bien raro, sientes una vibra extraña. Y las figuras son impresionantes de tan reales”, según Gil Cerezo.

Aunque la mayor parte del tiempo están en Los Ángeles, donde graban sus discos, la ciudad de México no deja de influenciarlos e inspirar su letras, como en Después del after.

“Los Ángeles es una ciudad muy musical, todas las cosas interesantes pasan ahí, pero el DF es un monstruo interminable, siempre hay sonidos nuevos, personas nuevas y miles de historias que contar”, dice.

Esta noche la banda –“rápida y furiosa”, como Gil Cerezo la describe–regresa a nuestra ciudad con su “Sueño de la máquina”, su más reciente disco, producido por John King, y no piensan dejar títere con cabeza.

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Hoy en el bull (Especial)