Cuando se habla de racismo en México, la gente suele pensar en un episodio lejano y superado hace siglos, cuando en realidad todos los días usa frases racistas quizá sin darse cuenta.

Muchos ubican el racismo en la conquista y el virreinato, cuando un puñado de españoles logró derrotar a miles de indígenas para instaurar un nuevo gobierno, una nueva cultura y un sistema de castas. Es un lugar común pensar que, cuando el cura Hidalgo proclamó la abolición de la esclavitud, el problema del racismo quedó resuelto. Nada más falso: a lo largo de la historia, los mexicanos hemos sido racistas en tantas ocasiones y con tantos grupos étnicos que sería imposible enumerarlos a todos.

Desde las ligas antichinas que proliferaron después de la Revolución, hasta los afromexicanos que son deportados hacia la frontera sur cuando los agentes migratorios dudan de su nacionalidad mexicana, el racismo sobrevive en nuestra cultura. Es un problema presente en prácticamente todos los ámbitos de la vida pública –desde el educativo hasta el laboral–, pero gran parte de su fuerza se debe a que está enraizado en la vida cotidiana.

Nuestras refranes populares y frases racistas «graciosas», los chistes con los que amenizamos una fiesta o una comida, los memes que compartimos en las redes sociales suelen estar cargados de veneno. «Nunca falta el prietito en el arroz», «se fue como las chachas», «no es culpa del indio»… Repetimos estas expresiones en la charla diaria sin reparar en la violencia que transmiten ni en el significado histórico que guardan. Al ponerlas en nuestra boca nos hacemos partícipes del contexto desigual en el que el racismo opera de manera abierta.

No se trata de ser «políticamente correctos», sino de ser conscientes de que nuestras palabras son el reflejo de una realidad injusta y discriminatoria. Si entendemos esto, que el racismo crece cuando reproducimos estos gestos –que no por pequeños dejan de ser nocivos–, podremos empezar a buscar soluciones para la discriminación que a diario practicamos.

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Glosario de frases racistas:

«No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre»

Otras similares: «Indio con puro, ratero seguro», «bola de indios revoltosos»

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Ilustración: Wearbeard

Desde la Colonia, cuando los indígenas fueron marginados hasta el extremo por parte de los conquistadores y los criollos, se creó el estereotipo de que era una población tramposa, pendenciera o perezosa por naturaleza. Así, en lugar de escuchar o atender sus demandas, se justificó su pobreza: los indígenas eran pobres porque eran parte de una raza inferior, tonta y salvaje.

«Cara de Olmeca»

Otras similares: «Prófugo del petate», «indio pata rajada», «trae el nopal en la cara», «indio bajado del cerro a tamborazos»

frases racistas

Ilustración: Wearbeard

El ideal de belleza europea —piel blanca, cabello rubio, perfil griego— ha hecho que la población indígena siga siendo discriminada a partir de su aspecto físico, sus rasgos, su lengua o incluso su vestimenta.

«Pinche naco»

Esta palabra ha ganado muchos significados a lo largo de los años y es una de las más empleadas en frases racistas. Hay quien piensa que deriva de Nacozari, una ciudad de Sonora que, en lengua indígena, signfica «lugar donde abundan los nopales»; otros piensan que viene del totonaco, un grupo indígena de Puebla y Veracruz; o de chinaco, como se les llamaba con desprecio a los soldados rasos de la guerra de Independencia.

La usamos casi siempre con una carga negativa. En términos generales, un «naco» es una persona con mal gusto o sin educación, características que suelen ser mal atribuidas a la población morena o indígena.

«Pásele, güerito, pásele»

Esta expresión suele escucharse en los tianguis; con ella el comerciante se refiere a cualquier persona, no importa si es rubia o morena. Se trata de una curiosa estrategia —muchas veces inconsciente— que intenta halagar al posible cliente a partir de su color de piel, pues se sobreentiende que los güeros son superiores, bellos y tienen mayor poder económico.

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«No seas codo, pareces judío»

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Ilustración: Wearbeard

El antisemitismo mexicano es peculiar. Desde el catolicismo se afirma que los judíos son culpables de matar a Cristo, y muchas de las ideas medievales —varios fueron asesinados por creerlos poseedores de conocimientos diabólicos— siguen vigentes. El estereotipo más común también viene de la Edad Media: que los judíos son usureros (que cobran las deudas con intereses desmedidos), lo cual explica una supuesta fortuna. El conflicto en Palestina ha agudizado el antisemitismo en México y el mundo, aun cuando muchos judíos no aprueben la política del gobierno israelí.

«Por mi raza hablará el espíritu»

El autor de la frase que anima el escudo de la UNAM fue José Vasconcelos, revolucionario e intelectual, creador de la Secretaría de Educación Pública. Vasconcelos dirigió también la revista Timón, que no ocultó su simpatía por el nazismo. En La raza cósmica, uno de sus más célebres libros y que pretendió ser una oposición al racismo de la época, abogó por la superioridad de lo mestizo: la mezcla de todas las razas. Para Vasconcelos, los mestizos —la raza de bronce— serían superiores a los blancos. Por si fuera poco, el libro está plagado de frases racistas que desprecian todo lo indígena, lo negro y lo asiático.

«Hasta entre los perros hay razas»

Otras similares: «cásate con un güero, hay que mejorar la raza»

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Ilustración: Wearbeard

Frases como estas perpetúan una idea equivocada: que los seres humanos pueden clasificarse a partir de razas y que, de entre todas, la blanca es superior a las demás. Reflejan, además, el profundo sentimiento de inferioridad que puede sentir el mexicano respecto a su color de piel.

«Se cobró a lo chino»

Otras similares: «Se quedó como el chino: nomás milando», «Lo engañaron como a un chino», «cocina china, siempre cochina»

El odio a todo lo que proviene de China tiene un nombre: sinofobia. Como en otras partes del mundo, los mexicanos ridiculizamos siempre a esta población por su manera de hablar o por sus rasgos físicos. Y pese a la alta población chino-mexicana que existe en nuestro país, no solemos reconocerlos como parte de nuestra cultura. Frases como estas fomentan nuestro racismo: pensamos que los chinos son tontos, pero también traidores, sucios o simples productores de piratería.

Al respecto, José Vasconcelos escribió en La raza cósmica: «No es justo que pueblos como el chino, que bajo el santo consejo de la moral confuciana se multiplican como ratones, vengan a degradar la condición humana».

«Trabajo como negro para vivir como blanco»

Otras similares: «Los mexicanos en Estados Unidos hacen trabajos que ni los negros quieren hacer»

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Ilustración: Wearbeard

Pensamos que en México no existe la población afro, o que está en comunidades pequeñas y aisladas en las costas de Guerrero o Veracruz, aun cuando en la Ciudad y el Estado de México los afrodescendientes se cuentan por cientos de miles. Los miramos siempre como algo ajeno y no reparamos en burlarnos de las condiciones de esclavitud que sufrieron en nuestro continente. Sin duda, es una de las comunidades víctima de muchas frases racistas.

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