Una de las voces que más se escucha en las calles chilangas es la de Elías Zavaleta. Y cómo no, si da vida a la inconfundible estrofa “ricos, deliciosos y calientitos tamales oaxaqueños”. ¿Ya se les antojaron?

La historia de este jarocho es peculiar, según revela la página web de la revista Letras Libres. Elías grabó su famoso estribillo cuando era adolescente y cual one hit wonder su voz se escucha en casi todos los rincones de la Ciudad de México y es la alarma para que los chilangos dejen la comodidad de su sillón favorito y salgan de sus casas para comprar la tamaliza lo antes posible o el triciclo donde los transportan se les escapará.

Pero como muchos grandes artistas, Elías Zavaleta ha pasado desapercibido, es un héroe anónimo que ni el gremio, al que ha dado voz, conoce. Si este personaje saliera a comprar tamales sería un cliente más, nadie sabría de su inmortal himno.

A los cantantes, compositores, escritores y demás, les dan regalías por su obra, pero a la voz oficial de los tamales no le dan ni un peso de los 300 en que, asegura, venden una copia del cassette con su voz. Es más, ni uno de mole, rajas o dulce, le dan.

La idea

Debido a que una de sus herramientas de trabajo era su voz y era muy común que se enfermara de la garganta por lo mismo, uno de sus tíos le propuso la idea de grabar su cantaleta. Pero no crean que fue sencillo, así como en los concursos televisivos, varios de sus conocidos audicionaron para grabar la frase, pero la suya fue la indiscutible ganadora. De esto ya pasaron 20 años, toda una vida.

¿Cómo fue que esa voz se viralizó? Elías Zavaleta contó a Letras Libres que se mudó de la casa de su tío y ahí dejó la grabación, un amigo suyo se la pidió prestada y en una ocasión dejó el cassette con su patrón, quien tuvo la visión de empresario, y empezó a reproducirlo. Así, la grabación se multiplicó cual pareja de conejos.

Elías tiene sentimientos encontrados, por una parte, le da alegría que su voz sea famosa y se escuche por todo el DF e interior de la república, pero por otro lado, le da un poco de coraje que no recibe regalías y es que su grabación ha salido hasta en la televisión.

Y como nadie es profeta en su tierra, incluso ya ni vende tamales porque dice que ya no es negocio, ahora vende tacos. Una cosa es segura: si cada vendedor le diera el equivalente al costo de un tamal por cada día que utiliza su voz, Zavaleta estaría entre los hombres más ricos del mundo.