NOTA DEL EDITOR: Este reportaje fue publicado originalmente en la revista Chilango de octubre 2013.

No es una idea fumada: clubes para comprar y fumar marihuana, reducción de la violencia, recaudación de impuestos… cada vez más voces en el DF insisten en las ventajas de la legalización de la marihuana. Aquí está todo lo que necesitas saber para entrarle al debate.

Jorge Hernández Tinajero es flaco y compacto y llevalentes. Desde hace 12 años ha participado en la MarchaMundial por la Legalización de la Marihuana. Unjueves de agosto acudió al Instituto de FormaciónPolicial del DF, un sitio extraño en sus recorridoscomo defensor de derechos de los usuarios de drogas.

Tenía que sensibilizar a 400 policías dispuestos a escucharlopor primera vez en su propio auditorio, perotambién a cumplir su rutina diaria, una parte de lacual consiste en detener –con frecuencia, al margende la ley– a consumidores de mota y coca.

«La policía está consignando usuarios de drogas,mientras la mayoría de los narcotraficantes permaneceimpune en las calles –les dijo este joven politólogoque preside el Colectivo para una Política Integral hacia lasDrogas (Cupihd)–. Detener usuarios para alimentar la estadística,haciéndolos pasar por traficantes, no ayuda a la seguridad pública.»

Hernández Tinajero es la cabeza más visible de un grupo de asociacionesciviles que en semanas recientes ha ganado visibilidad enel debate sobre la legalización de la marihuana.Pidió a los policías entender que las reglas en la política sobre drogasson erróneas y provocan corrupción, extorsión y un territoriofranco a las actividades del crimen organizado.

Hernández Tinajero concluyó: «Lo importante es que nos entendamos.El problema no somos los consumidores». El Cupihd sostieneque en 93.1% de las transacciones de marihuana la policía capturacasi siempre sólo a una persona: el consumidor.El miércoles 21 de agosto, un día antes de su encuentro con lospolicías, a la oficina de Hernández Tinajero llegó un muchacho de18 años. Liviano, con pinta de inofensivo, hijo de una madre solteraque gana lo suficiente para mantener a sus niños, le contó:

–Unos policías me detuvieron. Llevaba 25 pesos de marihuanaque había comprado. Me dijeron que estaba en un problema muyserio. Me pidieron dinero. Llamé a mi mamá por teléfono. Juntó 20mil pesos y se los dio a los policías. Yo llevaba un poco de marihuana,pero ellos me acusaron de llevar nueve gramos.

El muchacho está libre pero enfrenta una acusación por violar loslímites de posesión. Hernández Tinajero dice que desde la era de JoelOrtega al frente de la Secretaría de Seguridad Pública –cuando recibíanbonos por consignar a narcomenudistas–, los policías del DFdetienen consumidores para extorsionar y engrosar las estadísticas.

En realidad, pocos saben que el consumo de ciertas drogas no está penadoen el DF: las leyes chilangas permiten el consumo para uso personalde 50 miligramos de heroína, 5 gramos de marihuana y 500 miligramosde cocaína. Pero en la ley de la calle, ese derecho suele desaparecer.

En la Ciudad de México, el debate sobre las drogas no lleva unascuantas semanas. Comenzó a ganar espacios a finales del año pasado,impulsado por el voto de los habitantes de Colorado y Washington,en Estados Unidos, en favor del uso recreativo de la marihuana.

Unos días después, el diputado perredista Fernando Belaunzaránanunció la Iniciativa para el Control de la Cannabis, la Atención delas Adicciones y la Rehabilitación, que proponía la venta, producción,distribución e industrialización de la mota.

Hernández Tinajero no lo conocía, pero decidió ponerse en contactocon el diputado por medio de Twitter. Le envió un mensajediciéndole que los miembros del Cupihd deseaban reunirse con él.El colectivo está formado por 13 socios, entre politólogos, médicos,psicólogos y antropólogos. Se fundó hace cuatro años y medio conla idea de superar las fórmulas asistencialistas y promover un cambioprofundo en el discurso y las políticas públicas sobre las drogas.

Belaunzarán les propuso acompañarlo en una conferencia deprensa sobre el lanzamiento de la iniciativa. A cambio, los miembrosdel Cupihd le plantearon reunirse con los abogados a cargo deescribir la propuesta.

Su iniciativa excluía la autoproducción de marihuana. No considerabalos tratados internacionales –como la Convención Única deEstupefacientes de la ONU de 1961– que le reconocen posibilidadesmédicas y le atribuyen alternativas regulatorias. Belaunzarán aceptóincluir el cultivo en el texto.

El tema fue ganando importancia hasta que se convirtió en unasunto de interés político y comenzó a ocupar las primeras planasde los medios en México. Antes y después de que Washington y Coloradoaprobaran el uso recreativo de la marihuana, personajes influyentes comenzaron a acercarse al Cupihd.

En octubre de 2010, Héctor Aguilar Camín se reunió con HernándezTinajero, y un año después, por conducto del escritor, el Centerfor Study of Globalization de la Universidad de Yale lo invitó a conversarcon el ex presidente Ernesto Zedillo. Más tarde, Zedillo y elex canciller Jorge Castañeda se sumaron a un coro cada vez másplural en favor de la legalización de las drogas.

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