Aquel que dijo que los hombres de antes eran rudos y por lo tanto no se interesaban en su apariencia, seguro nunca visitó una peluquería. Ojo, pe-lu-que-rí-a, no estética. Porque las peluquerías de antes olían a testosterona y no a esencia de flores; el ambiente de caballeros era especial: además de embellecerse, los hombres iban, sobre todo, a cuidarse: los peluqueros siempre tenían los mejores tratamientos. Así como lo oyen.

Quizá lo viste en algún libro de historia, pero los barberos en algún momento del pasado fueron los médicos de cabecera de la gente; ellos practicaban las famosas sangrías para ‘curar’ casi cualquier enfermedad, pero también tenían lociones y cremas cosméticas; luego entonces, chicas, en lo que respecta a los cuidados, no quieran venir a enseñarnos: les llevamos siglos de experiencia.

Pensando en ello, fuimos a buscar barberías típicas de nuestra ciudad para hacerles fotos y para platicar con los barberos sobre sus tips de cuidado de la apariencia personal. Lo que nos queda como conclusión es que los hombres, al tener una piel más gruesa y sebosa que las mujeres, necesitan otro tipo de cuidados. Sus remedios antiguos, hoy casi en el olvido por los avances científicos que han logrado condensarlos, aún siguen vigentes, aunque ya industrializados por marcas que tienen tratamientos de tipo farmacéutico (checa Vichy Homme, si te interesa; por ejemplo, el mousse y gel para afeitar, que no son cosméticos, sino más bien productos formulados farmacéuticamente). Lo que sí está en riesgo de desaparecer es la barbería como nuestros padres las conocieron, así que antes de que esto suceda, fuimos a hacerles estas fotos.