Gorrón, caradura,vividor: llámenlo como quieran pero el divertirse a costa de los demás es un arte casi perdido. Ya son muy pocas las personas que tienen la cara tan dura como para irse sin pagar, entrar sin ser invitado o devorar un banquete sin hacer siquiera el amague de sacar la tarjeta; y es que en esta era de lo políticamente correcto, hasta nos peleamos por pagar la cuenta del restaurante, haciendo escenas tan ridículas como decir “yo pago esta ronda”, “no cómo cree, yo pago”, “de ninguna manera licenciado, yo pago”, “que suelte la cuenta, licenciado”. Nada de eso, señores: en época de crisis hay que aplicar el dicho de regaladas hasta las puñaladas.

Pero para ser un vividor con clase y caché, hay que reconocer a los grandes personajes en el arte de gorrear de la capital. Y es que hasta en esto hay razas, oiga:

1.- El cazacocteles

Personajes míticos del circuito cultural Roma-Condesa, estos caraduras revisan minuciosamente la cartelera de galerías de arte, presentaciones de libros, inauguraciones o cualquier otro acto donde haya vino de honor y canapés. Desarrollan un fino instinto para saber si el coctel va a ser abundante, se ponen su mejor traje (brilloso de tantas planchadas) y se cuelan como un invitado más. Los más cínicos hasta le hacen preguntas al escritor, pero acabando de aplaudir se lanzan sobre los mezcales y hasta de a tres volovanes agarran con cada mano. No hay que ser, caray.

2.- El melómano

Su zona de acción es la zona de Garibaldi o cualquier restaurante típico de la ciudad. Este gorrón nunca paga una pieza de mariachi, nada más se sienta con una torta de milanesa en la banqueta y disfruta de los músicos rascatripas. Se mueve de un lado a otro buscando dónde están las gringas que pagan –ellas sí- para deleitarse del sonido ranchero. En su versión ligadora hasta canta, dedicándole a las güeritas su melodiosa voz al ritmo de “Cucurrucucú paloma” ¡Este es el verdadero mécsican curious!

3.- El come-cuando-hay

Nada mejor para un almuerzo saludable en fin de semana, que visitar un supermercado. No hay que desembolsar un peso: lo único que tienes que hacer es tomar un carrito de supermercado, echar algunas cosas para hacer la finta y disfrutar las muestras de queso, pedazos de pan, galletitas con paté, totopos con guacamole y el inmejorable departamento de carnisalchichonería donde te dan retacería de mortadela y salchichas caducas, acabada de freír. Si el gorrón de supermercado tiene suerte, hasta puede beber muestras de ron y whisky (para esa cruda) o de menos, pan árabe con hummus.

4.- El fumador

La técnica del fumador es simple, pero efectiva. Cuando vas con tus amigos a un bar, es cosa de tomar como cosaco pero sin perder la cordura. Hay que actuar como teporocho (uno puede practicar frente al espejo de su casa, tambaleándose de vez en cuando) y, cuando los amigos den muestras de querer irse, aplicar la de “voy a echar un cigarrito“. Ése es el momento de pelarse con cualquier pretexto: “Estaba muy borracho”, “No sabía lo que hacía” o “Me fui a buscar unos jochos”. No funciona más que una sola vez con cada grupo de amigos pero está bien cuando te agarran a media quincena.

5.- La damita gorrona

Técnica altamente desarrollada por las damitas godínez. Consiste en ir a comer con cualquier compañero de oficina que tenga interés romántico en ellas y cuando llega la cuenta, hacer como que sacan el monedero. El caballero chilango nunca dejaría que su reinita pague, así que no hay que preocuparse. Si tienen dotes histriónicas hasta pueden decir “no ¿cómo crees? yo pago” e insistir un poco, pero no demasiado, porque si el hombre es un godín de medio pelo aceptará la repartición de cuentas.

Hay muchos otros en la lista, pero eso te lo dejamos a ti ¿Has aplicado alguna técnica gorrona?