¿Te imaginas salir de tu casa y que nadie (pero nadie) sepa nada de ti hasta que regresas en la noche?, ¿jugar futbol en las calles de la Condesa?, ¿fumar en un avión? Pues todo eso era posible hasta hace unos años.

Si tienes edad para haber hecho alguna de estas cosas, seguramente también recuerdas que en las fiestas familiares contaban chistes que hoy sonarían racistas o que tus tías firman su chequera con el apellido de sus maridos.

Pues aquí van siete cosas que antes sonaban normales, pero hoy lucen imposibles o de mal gusto. A ver con cuáles te identificas… o sigues haciendo.

1. Fumar en un avión

Hubo un tiempo en que los aviones olían a cigarro, y se debía a que en los vuelos comerciales era permitido fumar. Las últimas filas solían estar reservadas para aquellos pasajeros fumadores a quienes, antes de tiempos de Osama, se les permitía subir peligrosísimos objetos, como un encendedor.

No había ningún tipo de división entre las filas de adelante y las de atrás, por lo que, al final, todo el avión se llenaba de humo, lo cual incomodaba especialmente a muchos sobrecargos, y fueron ellos quienes desde los años 60 emprendieron diversas batallas para evitar que los pasajeros fumaran, e incluso se enfrentaron a poderosísimas industrias de aquellos años, como las tabacaleras.

Pero a partir del 25 de febrero de 1990 se prohibió fumar en los aviones, inclusive, todavía algunos boletos traen la leyenda “vuelo de no fumar” y algunas naves todavía conservan algún cenicero en el descansabrazos.

2. Hacer chistes racistas y homofóbicos

En las reuniones familiares y hasta en televisión era común escuchar chistes sobre el Holocausto, los afroamericanos y los homosexuales, algo que hoy sonaría de pésimo gusto y hasta serían merecedores de, por lo menos, una amonestación de la Conapred.

Aunque todavía algunos cómicos con poca imaginación ocupan ese recurso para hacer reír a audiencias poco críticas, lo cierto es que los chistes ochenteros de los ceniceros o de cómo hacen las carreteras hoy suenen de mal gusto por ser racistas y homofóbicos.

Si hoy se ve un capítulo, por ejemplo, de Los Picapiedra, seguro saltarán varias docenas de referencias machistas, las cuales tampoco eran consideradas como inapropiadas. Por cierto, como dato curioso, las parejas de esposos en esa caricatura dormían en camas separadas.

En la televisión mexicana, a mediados de los 80, se transmitía en el canal 2 un show de comedia llamado “Chispas de Chocolate”, el cual era conducido por el actor de color Jorge Zamora, mejor conocido como “Zamorita” en el que se hacían todo tipo de bromas sobre las personas de raza negra y que se transmitía en uno de sus horarios estelares.

Otro ejemplo de cómo han cambiado los tiempos en cuanto a temas de respeto, el año pasado se le cambió el nombre a un popular pastelito que se vendía desde los 80 con el nombre de “Negrito” y hasta hay peticiones formales de multar a bandas como Molotov por el contenido de algunas de sus letras que hace 15 años todavía sonaban graciosas e irreverentes.

3. El apellido ‘de casada’

Aunque nunca fue necesariamente un requisito oficial, muchas mujeres solían usar el apellido de su marido y olvidar los propios a manera de indicar a la sociedad que se trataba de una persona casada.

Actualmente, esa costumbre, aunque prevalece en algunas generaciones y sectores sociales, tiende rápidamente al desuso y eso de ser la “señora de tal” puede sonar como machista para algunos porque, al final, nadie pertenece a nadie.

Inclusive, la tendencia de los apellidos va hacia la posibilidad de decidir si se quiere llevar primero el apellido paterno o materno, ya que, en el contexto actual, llevar al inicio forzosamente el apellido del papá puede considerarse también como machista.

4. Conducir sin cinturón de seguridad

Desde hace un par de décadas, el cinturón de seguridad es obligatorio en la Ciudad de México para todos los automovilistas, gracias a que se impulsó en uno de los innumerables “nuevos reglamentos de tránsito” que ha tenido el DF en los últimos años.

Antes de eso, era común que hubiera autos con cinturones de seguridad averiados o sin ellos, además de que los automovilistas cometían otras aberraciones, como llevar a niños en los asientos delanteros o poner a niños en el maletero que tenían los Vochos en la parte trasera. Todo esto sin peligro de ser multados.

Sí, todavía hay gente que conduce sin cinturón y con los niños en el asiento delantero, pero ya se sabe que es un acto de inconciencia y que “desconocer la regla no libra de la multa”.

5. Pegarle a los chavitos en público

Acomodarles un zape o de plano nalguear a un niño en público era algo común de ver en las calles de la ciudad hasta hace no muchos años. Inclusive, en algunas películas de la “Época de Oro del Cine Mexicano” o en algunas series cómicas de televisión es común ver cómo los adultos golpeaban a los niños aunque no fueran familiares.

Por ejemplo, en un famoso sketch que hacían en el programa cómico “La Carabina de Ambrosio”, César Costa, que interpretaba a un padre católico, solía acomodarle sus golpes o pellizcos a un pícaro monaguillo, que era interpretado por Chabelo. Quién sabe si hoy sería bien vista por todos una imagen como ésa.

6. Salir de casa y que nadie supiera nada de ti

Quizá hay cuarentones que todavía extrañan esto, pero es que hoy resulta inconcebible pensar que un adolescente podía salir de casa en la mañana y que sus padres no supieran nada de él hasta que regresara en la noche de todas sus actividades.

Así, podías irte a la escuela, al cine y con tu novia a lo largo del día sin tener que reportarte en tu casa o con tus conocidos, siempre y cuando no te pasaras de la hora usual de llegada. Si querías presumirle a tus conocidos que habías visitado un lugar interesante, tenías que esperar a contárselos y no sólo hacer check in en Swarm.

Como hasta antes de finales de los 80 no había celulares, si tenías que llamar a algún lado desde la calle debías usar los teléfonos públicos, y a veces ¡tenías que hacer fila durante varios minutos para poder usarlos! Una moneda te daba chance de llamar por tres minutos y, durante unos años antes de que privatizaran lo que hoy es Telmex, fueron gratuitos, así que no faltaba el manchadito que se pasaba horas hablando sin importarle la urgencia de quienes estaban formados.

7. Jugar futbol en la calle

Todavía por allá de los 90, era común ver por las calles del DF a grupos de chavitos jugando futbol en pleno arrollo vehicular, y no sólo de colonias alejadas, sino en hoy transitadas vías como Michoacán, en la Condesa, o Orizaba, en la Roma.

Bastaba con un grito de “¡coche, coche!” para interrumpir el partido y dejar pasar el auto que, amablemente, bajaba la velocidad mientras los pamboleros de asfalto se hacían a un lado para reiniciar de inmediato el juego.

El material del que estaban hechos los autos por allá de los 70 y 80 aguantaban mucho más un balonazo sin ser abollados que los actuales, que ya sufren daños en el toldo con apenas una granizada. Eran otros tiempos.

¿Qué otras costumbres de antaño ahora se verían mal?

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