El origen del culto a la Niña blanca posiblemente sea una serie de creencias milenarias de tres continentes: la devoción a Yoruba practicada por los esclavos africanos que arribaron a Veracruz, la veneración prehispánica a Mictecacíhuatl la cual intentó preservarse escondida entre las imágenes del cristianismo medieval que llegaron del Viejo Mundo. Lo cierto es que en la década de los 50 el culto comenzó a proliferar públicamente.

Frente al altar, sus devotos se persignan como lo hacen ante toda imagen sagrada e insisten en tocar el vidrio que la contiene, como si con esa señal obtuvieran un poco de su protección. Es posible que la Santa Muerte aparezca como un santo más dentro del abanico de creencias populares del México profundo o que su adoración sea exclusiva. Se estima que hay más de 10 millones de creyentes de la huesuda entre los que se encuentran desde marginales hasta gente del poder.

Manzanas rojas, veladoras, flores, cigarros y alcohol son los ofrecimientos más frecuentes ya sea en agradecimiento, procuración o favor. “No le tengas miedo”, me anima Cristóbal, un michoacano devoto: “le puedes ofrecer tu cabello por una petición o si quieres cosas más gruesas…” “¿Cómo cuáles?”, replico. “Pues drogas o hasta una persona, pero pues eso ya no es bueno”.

En un recorrido por las inmediaciones del Centro Histórico buscamos altares dedicados a la flaquita; los hay pequeños, discretos, hasta capillas dedicadas a ella y otros santos, todos bien cuidados y adornados con flores frescas.

1. Alfarería 12, Col. Morelos

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Alfareria

Uno de los primeros altares en la ciudad, quizá sea el más visitado y procurado, su guardiana, la tepiteña Queta Galván lo tiene bien cuidadito. Medio centenar de veladoras, fotografías, decenas de ramos de flores, el altar está rodeado de espejos octogonales “para contenerla”. Hay una tiendita donde se puede adquirir réplicas de la Virgen-muerte, colguijes, veladoras y libros de la historia del culto. Se celebra un rosario cada día primero de cada mes a las 17 horas y el 31 de octubre de cada año.

2. Santuario Nacional de la Santa Muerte, Bravo 35, Col. Morelos

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Bravo

Por años atrajo la atención de los medios y más cuando su fundador David Romo Guillén se proclamó Arzobispo de la Iglesia Católica Tradicional Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús, se dice que rescató el ritual original católico a La Jefa. En 2011 Romo fue detenido acusado de lavado de dinero y de ahí el Santuario se vino a pique pero aún sobrevive, diariamente hay misas de martes a domingo y los días primeros de cada mes desde las 10 hasta las 20 horas.

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BRavo

3. Esquina de Alhóndiga y Soledad, Centro

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Alhóndiga

Al aire libre y de paso, aliada del comercio de la zona, este altar sorprende por situarse muy cercano al pasaje de la belleza en la calle de Alhóndiga. Muchos transeúntes se persignan al pasar o la tocan, algunos dejan manzanas y limosnas, la cuidan comerciantes anónimos del zona y cada semana la visten de diferente color.

4. Arteaga casi esquina Soto, Col. Guerrero

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Arteaga

En el corazón de uno de los barrios más populares de la zona Centro-Norte de la ciudad, a cuatro cuadras del metro Guerrero se encuentra un altar de cristales que alberga a la Santa blanca y por lo menos 10 figuras en miniatura o medianas entre la que destaca la de los siete potencias que monta a caballo, según cuentan es la más poderosa pues conjuga todos los poderes deseados: jurídico, económico, sexual, y de conocimiento.

5. Pradera 20A entre Zavala (Uruguay), Centro-Merced

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Pradera

Se trata de un discreto altar que sostienen los comerciantes de la zona, muy cerca de la puerta 1 de la Nave Mayor de la Merced, destacan las ofrendas de cigarros y tabacos puestos de cabeza. A pesar de que las calles aledañas albergan bastante basura, la casita de vidrio se encuentra muy limpiecita con flores y manzanas frescas.

Hasta aquí nuestro tour en el Centro en busca de la santísima muerte ¿Conoces otros altares por esta zona?