En la capirucha estamos tan acostumbrados a cambiar que hay cosas que hoy nos parecen muy normales, pero que ni tu papá ni tu abuelita se hubieran imaginado. Y no nos referimos sólo a los avances tecnológicos (¿llevar un teléfono en el bolsillo? ¡ni en las películas del Santo!) sino a las costumbres del día a día: tu mamá nunca se hubiera puesto a separar la basura, ni hubiera tomado agua de garrafón cuando era pequeña.

Hace menos de 30 años las cosas eran muy diferentes a como las vemos hoy. Eso nos hace pensar a futuro ¿qué dirán las próximas generaciones de cómo vivimos hoy? Seguramente pensarán que somos cavernícolas por llevar billetes en la bolsa o que es imposible que la batería del celular nos dure sólo un día ¡Échale un ojo a esta lista de cosas que hoy son impensables!

1. Fumar en un restaurante

Hace menos de 30 años podías acabar de comer y prender tu cigarrito en un restaurante, sin importar que junto hubiera un bebé al que le pudiera dar asma. Hoy todavía puedes encontrar zonas de fumar y no fumar, pero cada vez son menos: si quieres echar humo, a la banqueta.

2. Agua embotellada

Si hace 30 años querías tomar agua purificada, echabas unos litros a una olla y a hervirla por diez minutos. Los más flojos le echaban gotas de yodo a las cazuelas y con eso quedaba lista para beber. El agua embotellada (y otras bebidas) no aparecieron en México hasta la década de los 80.

3. Fumar en el camión

Hablando de fumadores, hace pocos años podías prender tu cigarro en el camión abriendo la ventana. Desde hace mucho está prohibido (que algunos microbuseros lo hagan es otra cosa) pero imagina entrar a un camión lleno de aire enrarecido ¡guácala!

4. ¡Vamos a ver al Necaxa!

Hoy tenemos tres equipos en la capital pero por muchos años el estadio del Cruz Azul era del Atlante. El Necaxa (¿todavía tiene fanáticos?) jugaba en el estadio Azteca, al igual que el América y la quinceañera cruzazulina ¡OMG!

5. La fiebre de los raspaditos

La lotería instantánea (arrumbada al mostrador de las tiendas) causó un gran furor cuando se conoció en el DF. La gente hacía grandes filas para comprar sus boletos y había establecimientos especializados para ello. Hubo gente que compraba bloques enteros de los famosos “raspaditos” esperando volverse millonarios. Nunca pasó.

6. Intermedios en las películas

Ibas al cine y, sin prisa, comprabas dulces antes de entrar: si la función empezaba a las 8, te aventabas 15 minutos de noticieros (¡noticieros en el cine!). A media función (y cuando el cácaro lo determinaba) paraba la función 10 minutos más para que la gente se resurtiera de golosinas y fuera al baño. Había incluso permanencia voluntaria para que te aventaras todo el día en la butaca.

7. Pagar con tarjeta de crédito

Los bancos mandaban a las tiendas, cada mes, un librito donde decía qué tarjetas estaban sobregiradas. Cuando pagabas con una tarjeta de crédito, la cajera sacaba el librito, buscaba tu número y, si aparecías ahí, te negaban la compra. De ahí viene el término “Estás boletinado”

8. Ponerle precio a las latas

Usar el código de barras es muy reciente. Antes, cada lata, cada bolsa de frijol o botella del súper tenía su precio pegado con una estampita. Si cambiaba el precio, un ejército de etiquetadores iba a los estantes y -producto por producto- cambiaban el precio. Imagina modificar todos los precios de todos los productos de un supermercado.

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