Por: Eric Ortiz García

Han pasado cerca de tres años desde que Yo soy la felicidad de este mundo fue presentada durante una función secreta bajo el marco del festival Distrital. En ese momento lo que vimos fue una cinta de más de dos horas, plagada de sexo explícito. Una larga secuencia llamaba particularmente la atención, con tres actores teniendo sexo -entre ellos Gabino Rodríguez (Tenemos la carne)- en lo que suponía ser una película dentro de la película, dado que el protagonista, Emiliano (Hugo Catalán), es un famoso director de cine. Sin duda se trataba de un acto provocativo, más gratuito que otra cosa, pero aún así poco común dentro del cine nacional.

Ahora existe un nuevo corte de Yo soy la felicidad de este mundo, que elimina por completo dicha escena y, durante 90 minutos, se concentra en la historia central sobre la relación amorosa entre Emiliano y Octavio (Alan Ramírez), un bailarín fanático del cine (en su cuarto se ve el póster de Veronika Voss de Rainer Werner Fassbinder) que se encuentra lesionado y por ende no puede lucirse cuando el cineasta busca protagonistas para su próximo filme. De cualquier forma la atracción mutua es inmediata y muy pronto Emiliano estará olvidando (momentáneamente) su interés por los sexoservidores en pro del apego a Octavio.

En un momento Yo soy la felicidad de este mundo, hace referencia a una de las cintas de Emiliano; su (otro) amante (Emilio von Sternerfels) comenta que fue de su agrado a pesar de que sus acompañantes se habían quejado porque en el “cine de arte” no sucede mucho. Parece que Julián Hernández se burla un poco de sus detractores porque Yo soy la felicidad de este mundo no tiene una trama cargada. El director deja fluir las situaciones, se interesa en captar el performance sin interrupciones, y pone singular atención en los musculosos cuerpos de sus jóvenes intérpretes. El corte de hora y media, por cierto, no deja de mostrar algunas secuencias de sexo -tanto homosexual como heterosexual- sin tapujos.

El problema de esta versión es el desarrollo de la relación entre Emiliano y Octavio. El amor y el eventual desamor ocurren tan rápido que es difícil sentir su dolor cuando ambos se vuelven a encontrar. Si bien se comunica mejor la confusión del protagonista, está claro que el sentido principal era expresar los sentimientos de ambos cuando un vínculo único se rompe. Ahí se queda corta.