Por Jaime @_azrad

Los franceses tienen su muy peculiar forma de hacer comedia y Una visita inoportuna lo comprueba. Las diferentes perspectivas de lo gracioso son abordadas en esta cinta con su explícita forma de representar una enfermedad terminal: personificándola.

Así, la cinta nos cuenta la historia de Charles Faulque, un novelista alcohólico en un pequeño poblado francés que recibe una visita del cáncer que se aloja en su cuerpo. Sí, justo eso, el cáncer se anuncia como un personaje que lo acosa y le advierte de los pocos meses que le quedan.

¿Es una alucinación? Primero se entiende que sí y después nos enteramos de que sólo las personas cercanas a Charles pueden ver al extraño personaje, pero a la larga llegamos a la conclusión de que no importa quién lo ve o qué tan real es. Si esto fuera Hollywood veríamos un buen de efectos que restarían importancia al significado del personaje, pero no es así con el cine europeo.

La credibilidad se sacrifica por una profundidad en la historia y por metáforas simbólicas más que visuales. Escrita y dirigida por Bertrand Blier, Una visita inoportuna se siente a veces teatral pero se respalda en sólidas interpretaciones de Jean Dujardin (El artista, 2011) y Albert Dupontel, cuyo personaje logra elocuentes líneas de reflexión con toques de comedia.

Es una buena opción para entrarle a algo diferente.